Cada camino conduce, cambiante, cadente, clamando cadáveres, caídos, callados: cada camino canta.
Sin ser sorprendente, solo se saltan salientes si se sata sin sacrificio, sollozando, sufriendo sobre su satinada sacristía.
Lejos, lejánamente libres, llanamente laberínticas, las letanías: lápidas lacerantes liquidan lamentos.
Falsas fantasías, fascinante fatalismo; fantasmagóricamente flotando: florecen, finalmente, frases fulminantes.