Era hora del paseo, como cada día, solo que hoy había algo raro, no estaba ansiosa como siempre, se veía hasta triste, tenía la cola abajo y venía todo el tiempo a buscar mimos. Mientras le ponía la correa empezó a llorar y me preocupé, pensé que tal vez la estaba lastimando, así que paré, nunca tironeaba ni se alejaba mucho así que no me pareció grave.
Iba a abrir la puerta cuando sollozando se acercó con su peluche favorito en el hocico y me lo dejó en los pies. Parecía estarse despidiendo. Al abrir la puerta salió, lenta y tranquila, y yo ya tenía un mal presentimiento. Se acercó a mí y bajó la cabeza. Le hice un par de mimos y ella me empezó a lamer la cara, me empujó un poco y me desestabilicé, mientras me paraba la buscaba, pero no la veía por ningún lado. Hasta que la vi, ahí tirada... estaba cansada, ya tenía 18 años y era de esperar que pasara esto. Pero yo no estaba preparado, creo que ella sí y de alguna forma se despidió de mí.