martes, 22 de diciembre de 2015

Las palabras que nos enlazan...

Hace poco se puso en contacto con nosotras una exalumna del taller literario del Pirán, de los viejos tiempos en que era coordinado por la profesora Leonarda Borsellino. Nos contó la alegría que le produjo saber que el Taller había vuelto a abrir sus puertas, los recuerdos de su secundario que le venían a la mente al leer los cuentos de este blog.
En su propio blog, Verónica, así se llama ella, comparte sus recuerdos del taller, junto con poesías y otros textos de su autoría.
Somos felices de ver cómo las palabras no dejan nunca de ser puentes que conectan, lazos que unen, ventanas que dejan pasar el aire fresco de los viejos recuerdos...

sábado, 5 de diciembre de 2015

Típico viernes

Bien, obviamente escucharás solo la verdad, porque por más que vayas a sentirte muy confundido o tu reacción no vaya a ser muy agradable te merecés y debés saber lo que en verdad te ocurrió en medio de la noche: al llegar del trabajo, mucho antes de lo que te pasó, hiciste lo de siempre: subiste los tres pisos por escalera hasta llegar a tu cuarto. Ahí, te sacaste la ropa que habías usado
para trabajar, inclusive los tacos altos de siempre, y te pusiste tu pijama. Bajaste para cenar, luego te dirigiste a la sala para ver la televisión, ya que, como todos los días de la semana, daban tu novela favorita. Más tarde fuiste al baño; te lavaste los dientes y te peinaste para irte a dormir. Como escuchás: la misma rutina que hacés los viernes; pero después de esto lanzaste un grito al aire desde tu habitación. Acá viene la parte en la que tu reacción no será agradable: gritaste porque tu cuerpo ya no estaba, es decir que vos sí estabas presente, pero no tu cuerpo. Mientras los vientos del sudeste golpeaban la ventana fuertemente, mirabas hacia todos lados: arriba, abajo, el lado derecho y el lado izquierdo de la habitación; pero no con tus verdaderos ojos, sino con esos ojos de gato que poseías.
Sé que te parece todo incoherente y que tal vez esto no parezca real, sino un sueño, pero es la verdad. Y ya es tiempo de que, sin demora, vayas a solucionar esta muy extraña transformación que tenés.

jueves, 3 de diciembre de 2015

Un individuo desconocido

El centro de la habitación siempre está ocupado por tres señoritas, en sí hermosas: una es Emilia, con su café de crema espesa, y las otras, Lorena y Natalia, tomando sus típicas tazas de té. No había algo desintegrado entre ellas, siempre fueron muy unidas y conscientes de lo que prometían. Pero el espacio, aunque era solo el centro de toda la habitación, esta vez estaba vacío. Comienzan a escucharse pasos y una voz trémula se oyó de pronto detrás de mí. Lentamente comencé a darme vuelta y luego sentí que iba a estallar del miedo que tenía por dentro. La saliva que se producía sucesivamente en mi boca ni la podía tragar. Sé que parece raro lo que cuento pero es verdad. Mi miedo no tenía límites, sino que aumentaba y más cuando el individuo elevó su cuchillo para herirme. La sangre coagula de a poco. Pero lo que prefiero es saber que “el sujeto de verde” fue encontrado y asesinado. La persona, si no, estaría rondando por ahí y buscándome. Y mi corazón no soportará como soportó esa vez, de esa forma.

miércoles, 2 de diciembre de 2015

La mordedura que cambia todo

Lestat me miró con esos ojos de vampiro hambriento. Un escalofrío corrió por mi espalda, y quedé inmóvil. Sólo podía mirarlo, mientras se acercaba lentamente a mi cuello.
Seguía sin poder moverme, ni un solo movimiento y no sabía el por qué. Solo supe que no dejaba de mirar esos ojos que Lestat tenía: eran grandes y de un color rojo brillante, estaban bien abiertos.
Él seguía acercándose a mi cuello, estaba muy cerca. Tenía muchas ganas de correr, aunque obviamente no podía; y gritar era inútil, porque solo éramos Lestat y yo. Ya se concretaría, iba a dejar mi antigua vida y vivir otra completamente nueva; iba a dejar de ser mortal para pasar a ser una inmortal.
En fin, sería una persona completamente diferente, con diferentes hábitos y adaptaciones, y hasta quizás con esos ojos rojos y brillantes.
El vampiro finalmente tocó mi piel con sus colmillos; en este momento pensé: “adiós, vida de humana; hola, nueva vida y experiencia de vampira”, y me mordió.