Aparecieron dos ojos brillantes en la oscuridad de la noche tras la ventana de tu habitación, estabas dormido y cuando tu mamá pasó a saludarte los ojos desaparecieron, unos minutos más tarde volvieron a aparecer y te miraron fijamente toda la noche.
Al otro día, cuando tú despertaste los ojos ya no estaban. Bajaste a desayunar y te fuiste al colegio sin saber que los ojos aún te estaban observando. Estabas por llegar a la escuela cundo paraste en seco, miraste para para atrás y no había nadie, miraste hacia arriba y viste a un pájaro gigante marrón levantando vuelo, no le diste importancia y seguiste caminando.
Llegaste a la escuela, te juntaste con tus amigos y entraste al colegio. El pájaro volvió, te esperó hasta que saliste y te siguió hasta tu casa. Entraste por la puerta y fuiste a tu habitación a hacer la tarea. Giraste la cabeza hacia la ventana y lo viste: un halcón de hermoso plumaje marrón; se quedaron viendo a los ojos pero el halcón se giró y salió volando.
Esa noche te quedaste despierto para ver esos ojos que te vigilaban, los viste. Saliste para ver qué era lo que había allí afuera, pero cuando llegaste debajo de la ventana te atravesó el pecho una hoja de metal, era una daga. Caíste al piso. El halcón que estaba volando por los cielos bajó a toda velocidad, levantó por los aires a la persona que tenía el cuchillo y se lo llevó lejos.
Lo último que viste, antes de que tus párpados se cerraran, fueron los hermosos y brillantes ojos del halcón que te vigilaban todas las noches para protegerte.