- ¡No! - Mercedes gritó desde el otro lado de la casa, cosa que no era mucha distancia. - Es tu turno de lavar la ropa. ¡Siempre hacés lo mismo!
Clara podía ver el humo saliendo de la cabeza de su hermana, su cara estaba completamente roja y esta era la señal para que desapareciera del departamento lo más rápido posible. Y lo hizo con un sutil movimiento de nariz seguido por una nube de humo, dejando ver que no había nada.
Las calles de Italia eran hermosas, nunca se cansaría de estos paisajes, sin importar cuántas veces los visitara.
- ¿Vos te creés que te podés escapar de mí? - Clara miraba a Mercedes con desdén así que ignorándola siguió su camino. Su hermana reapareció frente a ella evitándole el paso.
- Sos insoportable, Mechi - la cara de Mercedes estaba llena de furia ante el sobrenombre que tanto odiaba. - Siempre tan correcta vos.
- Solo te dije que hicieras una cosa. Y ni eso te dignás a cumplir.
Mercedes se encontraba extremadamente irritada, tanto que sus ojos se tornaron verdes.
- No podés resolver todo con magia.
Hechizos comenzaron a tirarse entre ellas, humo y chispas cubrieron toda la escena. Estuvieron así durante horas, hasta que, ya agotadas y todas despeinadas, no quedó ni un gramo de ira en sus miradas. El tenso silencio fue llenado por fuertes risas de ambas hermanas, y se fueron acercando para abrazarse.
Después de todo, esto solo era un día más en su tranquila vida.