-Rani, ya debe estar listo tu baño - dijo Susana a su hijo desde la cocina de su casa. Volvió a llamarlo por segunda vez pero no contestaba, lo llamó por tercera vez pero no contestaba, lo llamó dos veces más pero no contestó. Susana estaba preocupada.
Caminó las escaleras hasta el cuarto de Rani, tocó la puerta pero nadie le contestaba. Sacudió la manija con agresividad pero no lograba abrir. Empezó a golpear la puerta con fuerza para intentar romperla, pero no lo lograba. Susana estaba desesperada, lloraba en el piso con la cara en el marco.
Un crujido se escuchó de la puerta de entrada, en la planta baja. Mike, el esposo de Susana, llegó de su trabajo, pero sin recibir una cálida bienvenida. Escuchó los chillidos y lamentos de su esposa provenientes de arriba. Mike corrió hacia el ruido, y sin una palabra ni un gesto supo lo que tenía que hacer: con la fuerza de una máquina rompió la puerta. Un aire sombrío cubrió el ambiente, un silencio profundo perforaba sus oídos y manchas escarlatas cubrían las paredes. Entonces Mike preguntó si su hijo estaba muerto. Susana solo pudo responder:
-Sí, querido.
Rani estaba tirado a orillas de su cama con dos tajos en sus muñecas y una navaja ensangrentada al lado de él. Pronto llegaron una ambulancia y dos patrullas. Los padres de Rani contaron lo que pasó. La ambulancia intentó salvar a Rani pero ya era demasiado tarde.
Una oscuridad cubrió la mente de Susana. Raíces oscuras brotan en su mente. Se esparcirán por su atormentada mente y pronto se convertirán en un árbol negro de depresión y tristeza. Estaba devastada, su mundo se había acabado. Mientras ella estaba inmersa en sus pensamientos una voz apareció:
-Podríamos ir a tomar un café.
La voz de su esposo. Mike le sugirió a su esposa hablar sobre lo que había pasado.
-Lástima, estoy bien así, prefiero quedarme aquí.
-Muy bien, aunque no creo que merezcas un café, gracias a vos pasó todo esto, todo porque nunca le prestaste suficiente atención.
Susana no reaccionó. Mike salió de la casa. Sentada en un rincón en la oscuridad de la cocina se encontraba Susana. Inmersa en un silencio, inmersa en sus pensamientos. De repente una risa se escuchó en la habitación de Rani. Ella pensó que el sonido era producto de su imaginación, pero el ruido de unas pisadas interrumpieron su escepticismo. Subió las escaleras para ver qué estaba pasando. Abrió la puerta de Rani lentamente y ese crujido fue lo único que se escuchó. No había nada en la habitación.
-Me estoy volviendo loca.
Cuando se dio la vuelta una manita estiró su vestido. Se dio vuelta pero no vio a nadie. Pero al volver la mirada al frente, su visión cambió. Él estaba ahí, Susana no lo podía creer. Era él, era Rani. Ella gritó aterrorizada.
-¿Por qué gritas, mami?
Rani volvió igual pero distinto. Susana lo abrazó. Se escuchaba como él, se veía como él, se sentía como él, claramente es él. Esto fue lo que pensó ella, pero nada más lejos de la realidad.
Mike estaba llegando en su casa. Se había ido a un bar a calmar su mente, estaba ebrio, volvió a su casa porque sentía que debía disculparse con su esposa. Un poco antes de meter la llave a la cerradura, un mal presentimiento llego a él. Aún así abrió la puerta.
Todo estaba desordenado, las luces estaban a apagadas, excepto la de Rani.
-Perdón, no debí haberte dicho eso… ¿Querida? …. ¿¡Susana!?
Mike subió las escaleras, los escalones y las paredes estaban manchados de sangre. En el último escalón recogió una foto que estaba tirada ahí. Era una foto de Rani, Susana y él. Alrededor de ellos estaba dibujado un corazón, hecho al parecer de la misma sangre que estaba en la pared. Mike dejó la foto ahí y siguió su camino. Cada momento la tensión aumentaba en el ambiente, él no quería seguir, pero debía hacerlo. Abrió la puerta y encontró a Susana abrazando una de las muñecas de Rani. Cuando lo vio, le dijo:
-Hola, querido, ven y siéntate junto a nosotros… Vamos, siéntate… Como dijiste en tus votos, estaremos juntos hasta que la muerte nos separe. Oh, espera… ya lo hizo.
Sangre salía de los ojos de Susana y un corte apareció en su cuello. La puerta atrás de Mike se cerró y vio a su pequeño hijo en frente de él. Ni siquiera pestañeó cuando Rani lo apuñaló en su estómago. Mike se desplomó en el piso y mientras todo se hacía borroso en sus ojos, Rani caminó hacia él y luego de una risa, dijo:
-¿Papi?