lunes, 2 de octubre de 2017

El intrigante secreto de mi bebé y su tatuaje

Parí el 3 de abril en un hospital de La Matanza.
Mi bebé nació sano, pesando lo necesario.
Era otoño.
El bebé no lloraba.
Era calmado.
El bebé me miraba con sus grandes ojos marrones.
El bebé lo sabía.
Le puse música al bebé.
Miraba el techo.
Me acosté y lo sentí.
El bebé también.
El bebé lloraba.
¿Sentía el mismo dolor que yo?
Espero que no.
Las hojas caían.
El bebé se calmaba.
Vi cómo un pequeño tatuaje se le empezaba a formar en el antebrazo.
El mismo tatuaje que había desaparecido de mi piel.
Morí el 3 de abril en un hospital de La Matanza.
Y aunque este mundo lo dejé sin pena ni gloria, sé que mi legado va a continuar.
De generación en generación.
Y así cumplir su prueba final.
Sobrevivir.