Había empezado a leer la novela unos días antes, cuando no tenía idea de lo que me esperaba, cuando no tenía idea de lo que estaba por venir.
Seguía con mi rutina día a día, me levantaba, me lavaba los dientes, me cambiaba, salía a trabajar, compraba un café de camino, en el viaje avanzaba unas hojas, subrayaba las frases más interesantes, entraba a trabajar, y continuaba con el resto de mis días. Aburrido. Vacío.
Hasta que volvía a casa, y la veía ahí. Deslumbrante como la copa del mundial del '96. Ah, no, pará, esa no la ganamos. Bueno, no importa.
La veo y me encanta.
La toco y me vuelvo loco.
Agarro la novela.
La abro, y me adentro de vuelta en la historia.
"Sin mirarse ya, atados rígidamente a la tarea que los esperaba, se separaron en la puerta de la cabaña".
Ay, Christian se iba a ir a hacer cosas chanchas con Anastasia. Qué vergüenza.
Dejé el libro y suspiré.
Me gustaría un amor así.
Volví a abrirlo. Me puse a imaginar un amor como aquel, dejando que cayera mi cabeza en el sillón leyendo la novela.