Sonó el despertador anunciando la hora de despertarse; Susana se levantó y se hizo su té con leche como era habitual de todas las tardes mientras veía en la televisión a Chris Evans. Suspiró ensoñadoramente al ver al amor de su vida mientras colgaba entre el edificio y un helicóptero. Chispitas maulló exigiendo su atención, refunfuñando Susana fue a buscar el mameluco favorito de su gato. Sorprendida quedó cuando vio que la pequeña prenda se había encogido aun más. Chispitas la veía fijamente como si lo hubiese engañado, para que la perdonara le llevó su tazón con leche. Todo esto fue para que se volviera a ver tranquila la película. La casa se llenó de una luz encandilante. Tan pronto como vino se fue. Solo la pantalla quedó iluminada y Chris Evans la estaba mirando fijamente.
Susanta tuvo una urgencia de ir al baño a hacer caca de la emoción; trató de apurarse, no se quería perder este momento. Y no lo hizo, ahí estaba el guapo actor comiendo un delicioso churro bañado en chocolate y le ofreció uno a ella, quien sin un ápice de duda lo aceptó.
Así quedó esa casa, toda oscura salvo la televisón donde se puede apreciar a una señora de mediana edad con un hombre atractivo, ambos enamorados comiendo churros.