lunes, 13 de junio de 2022

Cuando el Tiempo se enamora

Cuando el Tiempo está enamorado, la brisa trae el aroma de la vainilla y la canela, los atardeceres se pintan de oro y sueños y las horas pasan dulces y rápidas, como besos fugaces robados a escondidas.

Los rayos del sol pintan el otoño de miel y suspiros, y a veces casi pueden sentirse las suaves caricias del Tiempo en el rostro, como cabellos dorados acariciando tus mejillas.

Cuando el Tiempo está enamorado, los corazones de dos amantes laten a un tiempo, y los abrazos traen dentro nuestro parte de ese sol que brilla fuera, llevándose consigo el frío y el miedo.

Cuando esto sucede, las flores crecen con más fuerza, como compitiendo para que el Tiempo las elija a ellas como regalo para aquel que haya atrapado su corazón.

Cuando más puede sentirse que el Tiempo se ha enamorado es durante las últimas horas del día. Ese momento en que el sol cae, endulzando el aire de esperanza y oro líquido, llevándose consigo la tristeza y el dolor del día ya acabado, y trayendo la belleza del próximo nuevo amanecer.

miércoles, 30 de octubre de 2019

Transformaciones

Para descubrir algo como eso sin caer en la locura, era alguien con un pensamiento realmente agudo. El fluido rojo confesaba el crimen tan escandalosamente que era casi como si hablara. Pero eso no lo hizo saltar sobre el roto cuerpo que ahora soñaba para siempre.
Con el corazón partido y ahora también muerto, rompía durante las noches las fotos con ella para no creer nunca más en la felicidad. ¿Cómo podría ser que el amor de su vida era la asesina de su hija?

miércoles, 23 de octubre de 2019

Bailarina

Libertad. Eso sentía con cada pirueta, cada paso, cada salto, cada ritmo. La bailarina que desde niña supo que eso la llenaba de vida y si alguna vez lo dejaba, todo sería de lo más insípido y confuso.
Cualquier estilo era el perfecto, desde los clásicos hasta los urbanos, desde el jazz hasta la salsa, desde el tango hasta la acrobática. Quién pensaría que en cuestión de segundos todo se derrumbaría para ella.
La competencia más importante a nivel global había comenzado, y toda la atención y expectativa estaría puesta en su número. Ella se preparaba en su camarín, su vestido rojo brillante hasta el comienzo de los muslos danzaba junto con ella cuando movía sus delicados pies conforme la pista de jazz sonaba. Estaba más nerviosa de lo normal, ya que entre el jurado se encontraba el padre de su novio, y era al que más quería sorprender y hacer que sintiera orgullo. Había preparado un acto impresionante, con telas y cambios de luces maravillosos. Estaba dispuesta a darlo todo por llevarse la medalla y el mayor aplauso de la Historia.
Su nombre sonó en los altavoces del estadio y el público se revolucionó en aplausos y vitoreos. Ella respiró profundamente y salió de su camarín con una sonrisa y mucha determinación. Subió al escenario y, mientras esperaba el comienzo de su canción, preparó su pose para empezar. El primer acorde sonó, y con un sutil movimiento de cabeza se acomodó en la coreografía. Abrió los ojos y su rostro tranquilo cambió inmediatamente para poder darle más significado a su danza. Y así, empezó a realizar su magia. Todos estaban impresionados, algunos hasta lágrimas soltaban de lo placentero que era verla bailar.
Se aproximaba el momento del truco máximo, ella saltaría a la tela de color anaranjado y daría vueltas y vueltas como si trazara círculos a su alrededor. Se preparó para saltar, corrió con impulso y se sostuvo de la tela. Sería maravilloso decir que todo salió bien, pero no fue así. El sudor de sus manos debido al nerviosismo y presión que se adjudicó la hizo resbalar de la tela la cual se encontraba a una altura considerable. Todo fue cuestión de segundos, demasiado rápido. 
Cayó de costado sobre una de sus muñecas y sus rodillas. El dolor la dejo casi inconsciente. Todos en el público dieron un respingo a coro, tan fuerte que se oyó por encima de la música. Su madre y su novio, que se encontraban en el público, corrieron a socorrerla. 
"¡Liz! ¡Liz, ¿Me escuchas?!", gritaba su novio con desesperación. Hasta su suegro se paró de la mesa del jurado para comprobar el estado de la joven. Lo demás fue sencillo, pero agotador. Llamaron a la ambulancia, la cual vino al instante. Los medios ya tenían su portal para el día siguiente y la competencia se había cancelado. Ella iba en la camilla y soñaba, en su inconsciencia, que ganaba el campeonato y el padre de su novio besaba su sien con orgullo y alegría. 
Abrió los ojos lentamente, la luz la cegó. Vio al médico a su derecha tomando unos apuntes. Este le contó lo que había sucedido y le dijo lo peor: sus dos rodillas estaban quebradas y uno de los ligamentos cruzados se había desgarrado. Podría recuperarse, pero su rehabilitación sería larga. 8 años para ser específicos. Ella vio su mundo derrumbarse ante sus ojos, e intentó imaginarse 8 años de su vida sin mover su cuerpo conforme una melodía sonase. No podía. No tenía esa fuerza. 
Su novio fue a verla poco después. Le llevó regalos y sus medallas ganadas. Le dijo que sea fuerte y que él siempre iba a estar para ella. La joven bailarina no quería escuchar nada acerca de la rehabilitación y había decidido no hacerla. Pero el muchacho, sabio, le dijo lo que pasaría si llegase a no hacer la rehabilitación. Los 8 años se convertirían en un "nunca", y sus ganas de más se irían desvaneciendo hasta quedar absolutamente nada. 
"8 años no es una vida" le dijo. "Sé que es demasiado. Pero piensa en el después. Cuando vuelvas, la alegría de tus admiradores, las palabras de los medios. Serás la bailarina que nunca se rindió y que siempre veló por su sueño. La que con su perseverancia llegó aún más alto de lo que se podría imaginar. Serás una leyenda, y todos, absolutamente todos, estaremos orgullosos de ti". 
Entre lágrimas, ella lo besó y le agradeció. La fuerza que le brindaba él y su madre era lo que siempre la mantenía de pie. Vio a futuro y pudo verse a ella bailando incluso mejor que antes y con toda la pasión que podría haber en su ser. Pero eso sólo ocurriría si ella ponía de sí. Decidió comenzar la rehabilitación lo antes posible.

lunes, 5 de noviembre de 2018

¿Qué tan divertido puede ser ser emperador?

Cuando la gota de vino rebalsó la copa de las mentiras color azul, fue cuando las magnolias descubrieron las farsas que el tan triste emperador había cometido.
No habrá ningún otro reflejo suyo merodeando por este entorno macabro en el que sus pecados causen un momento de locura.
El corazón oscuro de sus demonios negociantes de malas intenciones entibió el ambiente, haciéndolo parecer que nada había ocurrido, para mantener sus presencias en secreto hasta que otro eco de ayuda de piel egoísta los llame.
El pueblo tembló al enterarse del fallecimiento de su gran superior.
Murieron decenas de privilegiados que quedaron acumulados en la puerta del salón real, en donde todavía guardan el sagrado deseo de vivir de nada al escuchar ese canto infernal.

jueves, 31 de mayo de 2018

No lo hagas

"No lo hagas."
No mires atrás que no vale la pena. ¿Qué podés hacer para cambiar lo sucedido?
"No lo hagas."
No pienses en ella, que solo malas cosas vas a sentir. ¿Significó tanto?
"No lo hagas."
No recuerdes aquel día en el que todo se desmoronó. ¿No podés seguir con tu vida?
"No lo hagas."
No dejes que tus sentimientos sean visibles en tu cara. ¿No se supone que sos fuerte?
"No lo hagas."
No debes hacerlo, la historia no se puede volver a repetir. ¿Acaso es que no has aprendido nada o es que te gusta sufrir?
"Hacelo."
Ignorá todas esas vocecitas en tu cabeza, no te quedes con las ganas, arriesgate. ¿Qué tenés para perder?

martes, 29 de mayo de 2018

Divagaciones

Ya te fuiste, no me sorprende que lo hayas hecho, pero no esperaba que fueras tan frío al respecto. No comprendo cómo la apasionada persona que, para mí, fue más que mi mundo sea actualmente alguien que parece vacíx. ¿Cuál es la razón de tanto sufrir? ¿Por qué no lo compartiste conmigo? Pensé que las relaciones deben ser un dar y recibir, ya sea lo bueno o lo malo. Con este tipo de preguntas me carcomo la cabeza, incluso sabiendo lo inútil de mi divagar.
Siempre hiciste lo que quisiste pues en eso nos parecemos mucho. Nadie puede controlarte, y menos cuando de tu música se trata, en esos momentos parecías sentir que todo estaba bien, a pesar de saber que no es así, al verte de esa manera sentía que me enamoraba más de vos. Pensándolo bien, fueron pocas las persona por las cuales llegué a sentirme de esa manera.
Tal vez fue la intensidad de nuestros sentimientos que nos hicieron terminar de esta manera; pero no me arrepiento de nada, no creo poder hacerlo aunque lo intentara, no me arrepiento de haberte conocido; incluso en los momentos que lloraba por nuestras, no escasas, peleas, incluso cuando me quedé viendo tu silueta alejándose y dejando atrás todo lo que fue nuestro. No me arrepiento, porque valoro nuestro tiempo juntxs, valoro los pequeños y dulces detalles, porque entre nosotrxs existió algo especial que no creo poder olvidar, y dudo que vos puedas hacerlo.
No voy a negarte que sentí furia ante vos y tu terquedad, ante la situación de mierda, ante el mundo que parecía estar en nuestra contra. Con el tiempo comprendí que no podía forzar las cosas, y menos a vos. Y así continué con mi vida, como vos con la tuya; pasando los días tratando de no recordarte, y fallando en el intento. A mi alma rota le faltaba un pedazo, el que vos te llevaste ese maldito día, pero el saber que la tuya tampoco se encuentra completa me reconforta.
Eramos un desastre juntxs, y seguimos siendo uno separadxs. Y creo que eso es algo que nunca va a cambiar.

miércoles, 23 de mayo de 2018

Vos

Como siempre, con la primavera llegó ella. Tan fría, y a la vez tan abrumadora, tan cándida. La veo cruzar la calle. Viene hacia donde me encuentro.
Está igual que siempre. Se siente igual que siempre.
Su pelo rosa, su buzo lleno de bigotes de gatos (tenía cinco), su caminar tranquilo.
Pero ahí estaba lo que más me gustaba.
Su sonrisa particular llegó inesperadamente, y me llenó de una calidez indescriptible. En distintas vestiduras, habría sido una sonrisa cómplice, sugerente.
Levanté mi temblorosa mano para saludarla, pero como siempre, ella se me adelantó, y me abrazó.
Me quedé quieto. Mis sentimientos se encontraban en puntas de pie; si la tocaba, se desbordarían. Si no lo hacía, me arrepentiría.
Y me contuve.
Mi corazón latía muy fuerte, constante, agresivo. Era como si tuviera su propio grito, intentando hacer que ella lo escuche. Pero no podía.
Yo quería.
Pero no podía, realmente no podía.
Sabía que, si llegaba a confesárselo, se alejaría.
Se iría tan lejos, como muchas otras lo habían hecho.
Y estaba asustada porque, tristemente, sabía que ese era mi destino, mi maldición.
Quererte por tantos años, y, efectivamente, no poder nunca arriesgarme a decirte.
Porque sé que no me buscás.
Porque sé qué, de entre todas tus constelaciones soy,
                                                                        la estrella
                                                                        que menos brilla.

lunes, 21 de mayo de 2018

Cómo cerrar los ojos

Habrán visto que alguna vez un ser humano realiza la acción de pegar los párpados de ambos ojos al mismo tiempo, a través de un músculo que logra hacer que el párpado móvil se aproxime hacia el inmóvil hasta que no quede espacio entre ellos, dando como resultado el "cerrar los ojos".
Con este tutorial, te enseñaré a cerrar los ojos: prestá mucha atención, porque puede resultar muy difícil al principio, pero luego de un par de intentos, lo lograrás.
Primero necesitas tener una cabeza humana que contenga todos sus músculos y órganos.
En segundo lugar, necesitamos que el músculo del párpado móvil haga el esfuerzo de bajar el mismo, hasta que choque con el párpado inferior (o inmóvil).
Luego mantenemos el párpado en esa posición y realizamos el mismo proceso con el otro ojo.
Una vez teniendo ambos ojos con sus párpados móviles pegados a sus párpados inferiores, ya habremos realizado el "cerrar los ojos".
¡Si este tutorial te sirvió, coméntalo, dale like y compártelo con tus amigos! No te olvides de mandarme una foto con tus ojos cerrados.
MARTINSITOXOLORACHIBOX33 se despide. ¡Hasta la próxima!

domingo, 13 de mayo de 2018

Pero no

Pasión arte.
Beso fuego.
Te quiero mucho.
Pero no te amo.
Este es un amor falsedad. De esos que te llenan, pero no llegan a esa felicidad armonía.
Por eso es que lloro.
Este llanto atrocidad que llena mi garganta de silencio angustia.
De tristeza soledad.
De amor desamor.
Igual, todavía te quiero.
Vas a seguir siendo, lamentablemente, mi amor consuelo.
Porque, por más que nos deseemos,
                                 no hay esperanza encuentro
                                 en esta vida injusticia
                                 que nos llene de otra cosa
                                 que no sea
                                 un amor muerte.

lunes, 16 de abril de 2018

Dos hermanas promedio

- ¡No! - Mercedes gritó desde el otro lado de la casa, cosa que no era mucha distancia. - Es tu turno de lavar la ropa. ¡Siempre hacés lo mismo!
Clara podía ver el humo saliendo de la cabeza de su hermana, su cara estaba completamente roja y esta era la señal para que desapareciera del departamento lo más rápido posible. Y lo hizo con un sutil movimiento de nariz seguido por una nube de humo, dejando ver que no había nada.
Las calles de Italia eran hermosas, nunca se cansaría de estos paisajes, sin importar cuántas veces los visitara.
- ¿Vos te creés que te podés escapar de mí? - Clara miraba a Mercedes con desdén así que ignorándola siguió su camino. Su hermana reapareció frente a ella evitándole el paso.
- Sos insoportable, Mechi - la cara de Mercedes estaba llena de furia ante el sobrenombre que tanto odiaba. - Siempre tan correcta vos.
- Solo te dije que hicieras una cosa. Y ni eso te dignás a cumplir.
Mercedes se encontraba extremadamente irritada, tanto que sus ojos se tornaron verdes.
- No podés resolver todo con magia.
Hechizos comenzaron a tirarse entre ellas, humo y chispas cubrieron toda la escena. Estuvieron así durante horas, hasta que, ya agotadas y todas despeinadas, no quedó ni un gramo de ira en sus miradas. El tenso silencio fue llenado por fuertes risas de ambas hermanas, y se fueron acercando para abrazarse.
Después de todo, esto solo era un día más en su tranquila vida.

domingo, 15 de abril de 2018

Cómo te gusta

Siempre. Siempre así.
Camina las mismas cinco cuadras.
Los mismos cinco días. A veces, los mismos fines de semana, aunque era sólo cuando necesitaba unos mangos de más. No es como si le pagaran mucho igual pero, algo es algo.
Los mismos horarios de mierda.
Las mismas quejas incesantes.
Las mismas uñas con el esmalte descascarado, los mismos dedos golpeteando el escritorio de caoba.
Tic, toc.
Tic, toc.
Se escuchan gritos.
Tic, toc.
Tic, toc.
Se escuchan llantos.
Tic, toc.
Tic, toc.
Es todo igual que siempre. Ahora mismo, una empleada (o más bien ex empleada en este momento) está saliendo de la oficina del jefe (¿o jefa?). No importaba, era uno más de esos retorcidos.
Este cuenta como el despido número ciento catorce en el año, y apenas llevan dos meses.
Ella reza a Dios todopoderoso, para que el desviado de su jefe no la eche de la empresa.
Se va a casa y descansa.
Las mismas cinco cuadras, los mismos sonidos irrirantes de sus stiletto Vuitton.
Es otro día.
Todo se repite.
Sólo que hoy, su jefe la llama.
Ella se prepara.
Reza un par de ave marías.
Tira un poco de agua bendita, esperando a que...cambie de orientación.
Abre la puerta y algo se ilumina, como si fuese una señal de Dios.
Un objeto metálico. Perfecto.
Él empieza a hablar.
No lo escucha.
Hace sus ademanes ordinarios.
Ella se asquea.
Se acerca.
Agarra el objeto metálico.
Sonríe.
Lo apuñala.
Y sigue sonriendo.
Agradece a Dios por mostrarle el camino, y alejarla de la desviación.
Encaja el puñal más profundo.
Cómo parece gustarle al puto.
Otra vez, agradece a Dios.

sábado, 14 de abril de 2018

El libro maldito

Estoy en el tren, rumbo a mi nuevo hogar. Un pueblo alejado de la ciudad, en una pequeña pero reconfortante cabaña cerca de un bosque. El tren para, tomo mis maletas y bajo. Las personas son misteriosas, es un ambiente solitario y triste, pero para mí, es el paraíso.
Camino por las calles solitarias mientras el sol ilumina mi rostro.
Después de tanto caminar, por fin llego a mi destino, una cabaña rodeada de una cerca blanca; abro la pequeña puerta de la cerca y atravieso al hermoso jardín para llegar a mi nueva casa. Al entrar, todo está oscuro, prendo la luz, mesas repletas de papeles y libros viejos, polvo por todos lados, ventanas sucias al igual que el suelo.

Caminé por los sucios y oscuros pasillos hasta encontrarme con una vela, la encendí y seguí mi camino con esa débil luz. Encendí cada luz y vela que encontré en mi camino; una vez que todo el lugar quedó iluminado comencé a limpiar y ordenar, luego llevé mis maletas a la habitación de arriba. Dejé mis cosas sobre la cama, y cuando quise salir, me encontré en el suelo, a la salida de mi habitación, un libro encuadernado en azul gastado. Lo tomé y lo abrí, la caligrafía era cursiva y tenía muchos garabatos.
Bajé las escaleras y me senté en un sofá rojo sangre frente a una fogata. Comencé a leer.
- Una mujer, cuyo esposo la abandonó, cuida de sus dos hijas. Un día, ella fue a buscar a su hija menor llamada Lucía - como yo - pero lamentablemente no llegó a buscarla... Un camionero la mató en el camino - igual que a mi madre -. Desde ese día la niña Lucía se sintió culpable por la muerte de su madre, ya que si no la hubiera ido a buscar, no habría muerto.
El fuego comenzó a moverse bruscamente, las ventanas eran golpeadas por el viento, las luces se prendían y apagaban, las hojas del libro comenzaron a moverse por cuenta propia.
Tiré el libro del miedo y en ese momento dejaron de moverse las hojas y quedó abierto en una que decía:
- Muere...
Escuché el aullido de un lobo y salí de la casa, comencé a correr y antes de que me diera cuenta ya estaba en el bosque. Mierda. El lobo me sigue, no paro de correr, hasta que caigo en un pozo. Veo a mi alrededor y hay cadáveres por todos lados, retrocedo y piso un cráneo.
- ¡No quiero morir! - grito con desesperación, con un nudo en la garganta.
Veo sobre mí la sombra de un lobo grande, el libro vuelve a aparecer frente a mí, pero esta vez dice:
- Lucía muere. Fin.

jueves, 12 de abril de 2018

Frente al espejo, mi rostro o el de otro

No encuentro la forma de explicar cómo me siento cada vez que recibo aquellas miradas de desprecio, asco y disgusto. Pero tampoco hay forma de que entiendan la satisfacción que experimento cuando logro apreciar el terror en la cara de mis víctimas.
Frente al espejo, observo mi reflejo: "un adolescente con problemas de autoestima, problemas que olvida cada vez que sale con sus amigos, pero también un chico que sufre del maltrato en la escuela". Algo típico. Normal. Aburrido.
Abro la canilla y con el agua que sale a velocidad limpo mi rostro salpicado de la sangre de una desafortunada persona que pasaba frente a mí en el momento menos indicado. Sonrío.
Ya en la escuela. Abro mi casillero intentando evitar la mirada de los demás. Es molesto ser el centro de atención para la gente que solo busca problemas. No entiendo qué es lo divertido de molestar a aquellos que lo único que quieren es ser ignorados.
El horario escolar está llegando a su fin, por lo que me apuro a llegar a la salida. Antes de lograrlo, dos de mis personas menos favoritas se cruzan en mi camino con el objetivo de arruinar mi vida. Una rutina.
Con un poco de esfuerzo salgo del tacho de basura al que fui lanzado violentamente. Adolorido por todos los golpes recibidos emprendo mi camino a mi casa. Una vez recostado en la comodidad de mi cama, me tomo el placer de dejar de lado mis tareas y llamar a mis amigos para relatarles cómo, supuestamente, yo lancé a un tacho de basura a aquellos que intentaban molestarme.
Mentiras.
Mentiras son las que cuento en mi día a día. Doy vuelta los sucesos para hacer ver que "yo" soy el coentro de lo importante.
Siempre me quedo esperando que se haga tarde para saltar por la ventana junto con aquel objeto filoso que escondo bajo un par de cajas apiladas sin ninguna utilidad.
Corro por las calles desoladas hasta legar al centro de una plaza, cerca de mi escuela, que frecuentan personas ebrias. Allí, me dejo caer sobre un árbol esperando que alguien pase por debajo mío.
Suelo buscar víctimas que se asocien con el tipo de maltrato que protagonicé ese día.
Creo encontrar a la persona adecuada cuando veo a un adolescente caminar adolorido y embarrado de basura, por lo que, con entusiasmo, salto sobre él, y sabiendo que nadie me presta atención, me encargo de apuñalarlo cuantas veces me parezcan necesarias para verlo sufrir.
Veo su rostro, sucio, desfigurado del terror y con una mueca de dolor puro, pero destrás de todo ese sufrimiento me veo a mí, llorando en el baño mientras que con un objeto afilado que tengo escondido bajo cajas sin ningún uso, desgarro mi piel intentando ver en el espejo las muecas de dolor que ocasiona la pérdida de sangre.
Y es ahí, cuando veo el brillo de sus ojos opacarse, que me detengo y lentamente vuelvo a mi casa sonriendo por haber visto el dolor en la cara de otra persona y no en la mía.

viernes, 2 de marzo de 2018

Tal vez hoy

Sonó el despertador por cuarta vez consecutiva.
Un suspiro profundo. Un desaliento. Un parpadeo.
Desde hace ya tres meses despertaba creyendo que sería el día.
"Amor", escuchaba en mi oído. Ella me llamaba, insistía.
Hace tiempo que no dormía a mi lado, pero su presentimiento de que hoy sería "el día" la había llevado a hacerlo.
Sostenía al bebé en sus brazos, tan pequeño, con su mameluco color verde claro y las mejillas coloradas. Parecía un engaño, algo increíble.
Una taza con té con leche se asomaba por la mesita de luz, acompañando al resto de la sucia vajilla abandonada a lo largo de los meses.
Al verlo, nada me generaba, tal vez algo de ternura, pero no el cariño que tendría que tenerle a mi propio hijo.
- ¡Mierda! - dijo sin la intención de insultar. - Mamá está abajo hace diez minutos. Tengo que irme. Hay churros en la cocina. Y otras facturas.
Y eso fue. Un beso y la esperanza de que hoy sería "el día", depositada en mi frente.

jueves, 1 de marzo de 2018

Cuando sea adulto...

Cuando sea adulto, tal vez ni cuenta me dé de que lo soy. Tal vez esté en mis 30, con cinco gatos (humanos o animales) en un silloncito, pensando cómo abonar el alquiler cuando estudié arte sabiendo bien que no pagaba lo suficiente. Por ahí me habría ahorrado esos mangos en alguna carrera que me dejaba en una oficinita, uniformado, atento a las órdenes de un jefe abusador.
En fin, tal vez mi adultez no me note, o yo no la note, pero sé que los años no pasarán en vano.
Porque cuando sea adulta, no lo notaré, pero sí sabré de las marcas que dejó mi adolescencia, y, cuando las comprenda, sabré que soy adulta.