jueves, 27 de abril de 2017

Algo de amor, cursi y tonto

"Cómo puede ser que no se me ocurra nada. Si antes era medianamente fácil. Esta situación me estaría molestando", pensaba Kin, una chica de unos 16 o 17 años. Estaba mirando a su alrededor, viendo a la gente y el mísero paisaje que se podía apreciar. Se encontraba sentada en la parada del colectivo, frustrada, mirando con enojo la hoja en blanco que sostenía en sus manos.
Aburrida agarró su celular para poder responder un mensaje y de paso mirar la hora.
- Mierda, todavía faltan como cuarenta minutos para tener que entrar a la jodida escuela - dijo en voz alta -. Lo único bueno es que hoy tengo taller literario, aunque también es algo malo porque eso me apura más a terminar, o más bien empezar el texto que debo llevar -. Miró a su alrededor. "Menos mal que no hay nadie cerca mío, si no pensarían que estoy loca hablando sola", río.
Distraída, con su mirada dirigida al cielo, Kin no se percató de que alguien se había sentado a su lado.
Cuando salió de sus pensamientos sintió un par de ojos que la observaban; giró suavemente su rostro hacia su derecha, donde se encontraba ese alguien que la miraba. Cruzaron miradas, pero solo un segundo pasó hasta que Kin giró el rostro avergonzada. "Esto es bonito pero incómodo", pensó. Volvió a girar su rostro y lo único que vio fue la cabeza de su "acompañante" que giraba hacia ella y sonreía. "¿Este chico me está sonriendo a mí?" Lo miró algo sorprendida, iba a decir algo pero él fue más rápido: se levantó y solo pudo escuchar un "que tengas un buen día" mientras subía al colectivo. "¿Qué acaba de pasar?"
Se quedó ahí con las palabras en la boca y los ojos bien abiertos, tratando de entender qué coño había pasado hacía segundos.
Ya era hora de ir al tonto colegio, así que de mala gana Kin se levantó de donde estaba y se dirigió hacia allá.
En el camino de la parada al colegio, seguía pensando en lo ocurrido.
Cuando llegó a su aula, tuvo una idea: "Ya sé de qué puede tratar la historia, aunque es muy diferente a lo que acostumbro escribir, ya que por lo general cuento cosas que tengan que ver con la idiotez y la maldad del humano; hablo de cuánto los odio; o cuento cosas fantásticas, irreales... Pero, bueno, no creo que sea tan difícil escribir algo que tenga amor, sea cursi y sea tonto a la vez".

domingo, 17 de julio de 2016

Palabras del Bicentenario de la Patria

El pasado jueves 7 de julio, la gran comunidad del Conserva-Pirán celebró el aniversario n° 200 de la Independencia de la Patria. Y como no podía ser menos, lo festejamos como se merece, con un hermoso acto que unió a los tres niveles, Inicial, Primario y Secundario, que incluyó una chacarera bailada por estudiantes de 1° y 5° año, una bandera hecha por lxs chicxs de Inicial y una suelta de globos que pintó el cielo de celeste y blanco. Luego, el Nivel Secundario pudo recorrer la Muestra del Bicentenario, con variados stands que conmemoraban de diferentes modos los doscientos años de Independencia.

El Taller Literario Letra Joven no quiso ser menos, y allí estuvimos con nuestro "Rincón Poético", ofreciendo una pequeña consigna de escritura para quien quisiera unirse al juego literario. Aquí dejamos, entonces, las "Palabras por la Patria" del Instituto Pirán.

La Argentina está libre de cadenas y es posible soñar con un país lleno de patriotas.
- Martín, 2°B -

Siendo valientes y estando unidos logramos romper las cadenas bajo el mismo sol.
- Ailín, Sofía G., Camila y Morena, 2°B -

La independencia es vivir en libertad fortaleciendo nuestra vida con unión y soñar con un país mejor.
- Ramiro, Franco y Neyén, 3°A -

La Argentina y su patria, con sus patriotas, se volvieron libres y así todos sus ideales fueron mejores.
- Sofía R. y Sofía P., 3°A -

El celeste y blanco de nuestra bandera es un constante recuerdo de que gracias a nuestros antepasados podemos disfrutar de la libertad y autonomía de hoy en día.
- Victoria, 3°A -

Día de la Independencia. ¿Qué recordamos? Es luchar por nuestros ideales, luchar por la celeste y blanca, las ganas de fortalecer nuestras raíces y nuestra libertad. Ser Argentino es representar nuestra libertad y rebeldía, representar orgullo y raíces.
- Rocío P., 4°B -

Los patriotas lucharon por la autonomía e independencia, quisieron luchar por ser libres.
- Azariel, 3°B - 

Gracias a la valentía de nuestros antepasados, que lograron romper con las barreras de los españoles, hoy disfrutamos y celebramos este día con nuestra bandera celeste y blanca y podemos soñar con un futuro mejor para la Argentina.
- Alejandra, 5°B -

El general San Martín, valiente y heroico, defendiendo sus ideales se permitió soñar con una nación con unión y libres de sus tan pesadas cadenas.
- Tomás, 4°A -

¡Hay que fortalecer la libertad! ¡Seamos patriotas y honremos la celeste y blanca!
- Andy, 5°A -

Todos los patriotas han de ser valientes al defender la bandera argentina, y no romper lo lazos de la celeste y blanca que nos ilumina con su sol día a día.
- Rocío y Micaela O., 4°A, y Julián, 5°A -

Sigamos luchando por la libertad que nos brindó una independencia. Continuemos siendo libres durante muchos años más e icemos nuestra bandera con orgullo.
- Julieta Casadevall, 3°B -

La fortaleza está dentro de cada uno, solo hay que ser valiente para encontrarla.
- Julieta y Aldana, 3°A -

Hay que ser valiente y no romper la bandera celeste.
- Alessandro, 5°A -

Los hombres libres luchan por su independencia en la Patria argentina.
- Nahuel, 2°B -

Nuestra autonomía creció al romper los lazos con los españoles. Nuestros patriotas luchamos con nuestra celeste y blanca, con los ideales de liberación.
- Agostina y Micaela, 3°B -

El luchar por ser libres hace fortalecer nuestra unión.
- Miguel, 3°B -

Los hombres libres luchan por una independencia en la patria celeste y blanca.
- Micaela O., 4°A, y Julián, 5°A -

Con ideales y amor por una patria, a través de la unión entre todos los argentinos, vamos a fortalecer nuestra autonomía y libertad.
- Martina, 4°A, y Clara y Candelaria, 4°B -

Hay que luchar por la bandera celeste y blanca de la libertad, por nuestros ideales.
- Rocío T., Camila y Delfina, 5°B -

Nuestros valientes lucharon por lograr autonomía y reemplazar "cadenas" por una bandera celeste y blanca.
- Graciela, Directora de Estudios -

Somos un pueblo valiente que con unión logró su autonomía.
- Sofía, preceptora -

Nunca dejemos de luchar
por la patria y por la unión,
por la bandera celeste y blanca
hay que dejar el corazón.
Si en aquellos tiempos lograron
a las cadenas romper,
nunca dejende soñar...
la Patria vamos a fortalecer.
- Julián, preceptor -

Blanco y puro es el corazón de todos los que han de luchar pacíficamente por sus ideales. Así logran ser libres, así logran la Independencia de ese corazón, de sus vidas, y de su hermosa Patria.
- Andrea, preceptora -

En este momento candente
necesitamos que seas valiente.
Queremos una Nación
en permanente unión.
Dejá atrás las penas,
rompé de una vez las cadenas.
Entramos en una nueva era,
levantá bien en alto tu bandera.
Volando alto como las gaviotas,
imitá a nuestros patriotas.
- Pablo Ingrassia, profe -

Por nuestros sueños e ideales, luchemos por una Patria más justa, soberana e inclusiva, y rompamos la dependencia que nos coloniza de cuerpo y alma.
- Melissa Amici, profe -

Soñar con la autonomía de la Patria es cosa de valientes y nos hace sentir el sol en el corazón.
- Patricia Términe, profe -

En blanco y celeste,
basta de cadenas.
Vamos Argentina
por la autonomía.
- Magdalena, bibliotecaria -

La patria argentina está formada por millones de patriotas que luchan día a día por la independencia y la autonomía del país.
- Anónimo . . . -

¡FELIZ BICENTENARIO PARA TODXS! ¡¡¡VIVA LA PATRIA!!!

jueves, 7 de julio de 2016

Los ojos del Halcón

Eras un hombre frío como el invierno. Nos íbamos a encontrar en la plaza, a la vuelta de mi casa. Tenías un largo viaje caminando hasta allí pero no te importó. Querías decirme algo importante y querías que ese lugar, aquel en el que nos conocimos, fuera donde escuchara tu noticia para mí.
Me contaron con sumo detalle tu trayecto desde el museo donde trabajabas hasta donde había ocurrido el suceso. Me habías contado que te retrasarías media hora para arreglar la exhibición de un halcón.
Te habían advertido que no le vieras a los ojos pero no creías en esas cosas, no, vos no creías en esas “maldiciones”. Si lo hubiera sabido desde un principio, te hubiera advertido nuevamente pero no supe nada de eso hasta después del suceso. En ese momento, había pensado: “Mejor, así me puedo preparar más tranquila para esa noticia”, pues no dabas tanta importancia a algo insignificante.
Saliste del Museo Argentino de Ciencias Naturales en el Parque Centenario, en Caballito, al terminar tu trabajo. Habías caminado la primera calle desde el parque. La calle había estado repleta de caras apagadas aquel día de lluvia. Habías caminado acompañado con esa multitud de máscaras grises hasta la quinta o sexta calle. Habías cruzado en la esquina hacia la otra calle.
Allí habías caminado con rapidez por las vías del tren. Las barreras habían bajado pero vos habías seguido. Querías contarme todo. Lo único en lo que habías pensado era en mí, no habías querido dejarme esperando.
Se había escuchado en la estación la bocina del tren. Tu cabeza perdida entre pensamientos no había sido lo suficientemente rápido para observar al enorme transporte, al enorme monstruo, que te asesinó.
La policía encontró tu morral junto a tu cuerpo. Allí había cuadernos, uno repleto de papeles del museo y otro donde hace tiempo habías estado dibujando. Siempre que estabas conmigo lo llevabas, me había acostumbrado a verlo.
Lo abrí apenas el policía me lo entregó con tus pertenencias. Observé la última página donde junto a un hermoso retrato mío habías escrito a un costado:

“Ojos de halcón,
Tu voz como una canción…”

Nada más. No habías acabado aquella poesía o aquel intento de poesía (ya sabés que no sé nada sobre el género lírico). Sin embargo, a vos te encantaba, tu vida era una poesía, una poesía con un final mal escrito.
A vos te encantaba ser frío pero aquella poesía mostraba ese lado que siempre habías ocultado a todos los que te habían acompañado excepto a mí, ese lado romántico que me enamoró desde un principio, aquel que “desaté”, según vos.
Me has dejado enamorada y, a la vez, intrigada. No sé donde estás, solo sé que estás lejos de mi. Recuerdo bien tus ojos fríos en aquel ataúd, tan fríos como los de un halcón. El entierro está grabado en mi memoria y tus recuerdos son parte de mi historia.
¿Cuál es la fría noticia del invierno? No lo sé. Solo sé que eras un hombre frío como el invierno, e irónicamente… moriste en invierno

viernes, 1 de julio de 2016

El vigía

Era el décimo día de viaje.
Y el quinto de naufragio.
Hace diez días que no veo a mi familia.
Y hace cinco que perdí toda esperanza.
Había zarpado con un barco tan grande que hacía que cualquier navegante se estremeciera.
Y había terminado con un pedazo de madera más chico mi hijo. Me acosté, mirando hacia el cielo. El negro infinito de la noche. El blanco de las estrellas. Recordé haber visto el cielo de igual forma seis días atrás. Estaba oteando en mi lugar de vigía. Esperando encontrar una isla. Pero no, solo encontré la soledad del mar.
Todavía recuerdo la noche del "accidente". Estaba durmiendo. Desperté con el sonido de olas golpeando el barco. Pensaba que solo era una tormenta tranquila, como solía pasar. Todo hasta que escuché el grito de uno de mis tripulantes.
Corrí, solo para encontrarme con un orificio del tamaño de una orca. Litros y litros de agua entraban.
Despues de eso, todo estaba borroso.
El agua entrando.
Cientos de marines corriendo en sus uniformes azules.
Su sangre, rojo carmesí.
Corrí a babor...
Y eso es todo lo que recuerdo.
Ahora estoy en no sé dónde, solo.
Empecé a escuchar a algunas aves cantar.
Qué hermoso rui... ¿qué? ¿Aves? ¿Cantar? Si hay aves, hay... ¡Tierra!
Me levanté, casi cayendo de la madera.
- ¡Tierra a la vista! ¡Tierra a la vista! - grité para mí mismo, ya que no tenía a nadie con quien festejar.
Vi la dichosa isla.
Había gente desnuda.
Bailaban.
Golpeaban sus escudos.
Reían.
Eran una especie de tribu.
Felices.
Empecé a remar con mis brazos hasta que por fin llegue.
- Hola - dije, y nadie me contestó.
¿No me ven? ¿No me oyen?
- ¿HOLA? - grité.
Nada.
De a poco, todos iban desapareciendo.
Todo fue mi imaginación.
Mi deseo de sobrevivir.
Pero como siempre, la realidad te golpea y te grita que tus sueños nunca se van a hacer realidad.

miércoles, 22 de junio de 2016

Érase una vez...

Érase una vez un pequeño niño, amante de la lectura. Día y noche leía. Horas, semanas. Básicamente devoraba altos libros en días de lectura. Cuidaba con su vida su estantería.
Pero había un libro especial.
Ese que le traía paz, felicidad, esperanza.
Caminaba en círculos dos veces, se estiraba cuatro y se sonaba la nariz cinco, por las dudas, antes de agarrarlo.
Pudo haber elegido otro. Pero no.
Ese era. Amaba Peter Pan.
Revoleando los ojos por los gritos de su padre, se tapó los oídos.
En silencio, fue a ver qué sucedía.
Las medias que usaba se ensuciaban a cada paso que daba mientras bajaba las escaleras.
Por la puerta, observó una silueta.
Robusto, masculino.
Un plato de sopa reposaba en la mesa, junto a los dibujos que le había hecho a su madre.
Una mancha carmesí en el piso.
Se escuchaba el agua de la canilla correr, pero ya ningún sonido de parte de su padre.
Vio un dibujo suyo en el suelo, junto a la mesa.
Con indignación y berrinche infantil, terminó de bajar las escaleras.
Lo que vio lo dejó perplejo.
¿Qué le había pasado a su mamá?
¿Por qué estaba tirada en el suelo?
¿Por qué había sangre tras ella?
¿Por qué su papá lo miraba furioso?
¿Acaso no lo quería?
¿Por qué se dirigía a él con los puños cerrados?
Cerró los ojos, esperando lo peor.
O lo mejor.
Tal vez, podría quedarse en el País de Nunca Jamás.
Tal vez, podría ser un niño para siempre.

viernes, 17 de junio de 2016

Hoy jueves...

Hoy jueves 14 del 2016 he vuelto a encontrarme a otro animal muerto en el camino. Era un perro, bah, un cachorro, de pelaje blanco con algunas manchas café.
Es la cuarta vez que encuentro animales muertos en estos primeros días de la semana, lo más triste es que se ve que los hicieron sufrir. Los encuentro todos lastimados, con golpes, cortaduras, marcas que demuestran haber sido brutalmente asesinados. Cómo odio a la gente que hace este tipo de cosas, me dan tanto asco.
Todavía no entiendo cómo es que existen seres humanos así, con esta mentalidad, acaso creen que los animales son objetos con los cuales pueden divertirse.
¡No son así las cosas! (Maldita sea)
Ojalá hubiera justicia, pero no la hay, ni se preocupan por este tipo de temas, si tuviera la fuerza, la valentía para poder vengarlos, les haría sentir el dolor que les produjeron a ellos, los animales.
Agarro al perro y empiezo a caminar por la pradera buscando un lindo lugar donde poder enterrarlo, para que pueda descansar en paz.
Me manché toda la remera con su sangre pero no me da asco, como le daría a la mayoría de la gente.
A mí me produce ganas de llorar. Llorar por él, por todos los animales que matan por diversión, llorar por la existencia de gente estúpida, gente ignorante, sin corazón.
No aguanto más y me largo a llorar.
Cuando ya estoy más tranquila empiezo a cavar, con mis manos, el lugar donde voy a poner al perro. Lo coloco ahí y lo tapo, de paso le dejo una flor bellísima que encontré por ahí.
Me levanto y comienzo a caminar dirigiéndome a los entierros que hice anteriormente, dejándoles flores. Mientras lo hago, en mí crece el odio que siento por la raza humana. Cada vez crece más y más pero no puedo hacer nada, solo soy un niño, un niño de diez años.

jueves, 16 de junio de 2016

Lo conociste un jueves...

Lo conociste un jueves, ¿recuerdas? Llevabas tu suéter favorito, sí, el blando que es demasiado largo por las mangas. Raramente lo usas, pero sentiste que iba a ser un día especial, aunque eso sería subestimar lo que pasó después. Mientras caminabas al trabajo escuchaste un maullido, un gato sobre un árbol, trataste de saltar lo más alto que podías pero sin resultados porque tu altura no te lo permitía; una risa se escuchó detrás tuyo. Azul. Fue lo primero que notaste, ese color te trajo memorias de tu peluche favorito, ese que era de un azul tan brillante que te cautivaba. Al parecer, luego de tanto años, ese color lo sigue haciendo. Estabas atónito, el mundo pareció parar por varios minutos, un desconocido te preguntó si te encontrabas bien. Te sonrojaste y comenzaste a balbucear. ¿Qué te sucedía? Parecías no poder controlar tus palabras. El desconocido te ayudó a bajar al gato del árbol. Se quedaron hablando, hasta que te diste cuenta de que estaba oscureciendo. El tiempo pareció volar, una tristeza se apoderó de ti al ver que era hora de despedirse; seguro ese sentimiento se notó en tu rostro, ya que el chico preguntó por tu número. Arreglaron una cita, así es como comenzó todo.
Empezó a decaer un lunes, habían arreglado salir juntos, se encontraron en el lugar acordado y conversaron por unos minutos hasta que cayeron en un silencio, antes esto no habría sido incómodo pero por alguna razón lo fue. Recordabas esos momentos en los que soñaban con escaparse hacia las montañas por un tiempo, siempre quisieron ver la nieve juntos, porque lo único que lograban ver en su ciudad era la lluvia. Él comenzó a jugar con el borde de su remera, algo que hacía cuando estaba nervioso. Se notaba en su cara, cosa que llenaba de miedo tu corazón, parecía querer decir algo pero no encontraba las palabras. La cita terminó, se abrazaron para despedirse. Llegaste a tu casa; tirando el abrigo sobre tu cama notaste caer un papel del bolsillo. Era una nota:
"No tengo el coraje para decirte esto a la cara. Lo más probable es que luego de esta nota me odies y pensarás que todo por lo que pasamos fue una falsedad. Hace muchos años que planeo esto, incluso antes de conocerte, batallando internamente si decidía quedarme por ti o irme por mi propio bien. Sé que jamás te olvidaré y espero que tú no me olvides a mí. Lo siento y te amo."

[Tal vez ocurrió así:]
La nota cayó suavemente sobre el piso, te quedaste mirando fijamente el papel por lo que parecieron minutos. Una lágrima cayó, tocaste tu mejilla, sintiéndola húmeda; estabas llorando pensando en que tal vez ese era tu amor verdadero y se acababa de escapar de entre tus dedos sin poder hacer nada al respecto. Todas las emociones que sentías al mismo tiempo te agotaron y decidiste descansar. Esa noche soñaste con ojos azules y suaves caricias.

[O tal vez ocurrió así:]
La nota cayó suavemente sobre el piso, te quedaste mirando fijamente el papel por lo que parecieron minutos. Una lágrima cayó, tocaste tu mejilla pensando en todos los buenos momentos que habían pasado juntos. Lo más probable es que ese fuera el amor de tu vida y se alejó de ti sin poder hacer nada al respecto. Estabas muy abrumado por tantos sentimientos. Secando tus lágrimas decidiste que mañana sería otro día, pero hoy te encontrabas muy cansado. Te recostaste en la cama cayendo, casi inmediatamente, en un sueño profundo donde ojos azules te miraban con adoración y sus manos te acariciaban delicadamente.

viernes, 10 de junio de 2016

Historia de un hombre, un halcón y dos ojos

Si de verdad anhelas tanto ese poder, escucha.
Ve al cementerio y busca la tumba de tu mejor amigo y dile lo que sientes por él, pero al revés. Si lo haces bien, entonces se abrirá un portal que te llevará a donde necesites ir para conseguirlo. Cuando entres verás que aparecerás en un pasillo que parece que no tiene fin.
Tú solo camina hacia adelante sin detenerte.
Podrás sentir el espíritu de tu amigo preguntándote por qué. ¿Por qué carajos estás haciendo eso? ¿Por qué lo mataste? ¿Por qué tanto para conseguir aquello?
Te sentirás culpable y querrás asesinarte, pero tu ego, tu avaricia harán que sigas adelante. Comenzarás a correr porque el miedo empezará a atraparte.
Tu amigo se convertirá en un halcón para poder seguirte el paso.
Sentirás cómo sus ojos están clavados en ti.
Sentirás su dolor. Pero seguirás adelante.
De repente comenzarás a sentir cómo cuchillas atravesarán tu cuerpo. Sentirás un dolor tan tremendo que trastabillarás pero seguirás porque ya estarás llegando a tu destino.
Una luz te cegará po9r un momento; eso significará que ya has llegdo.
El último paso que tendrás que cumplir si es que quieres la inmortalidad será borrar tu memoria, no recordarás nada, solo andarás por ahí sin saber quién eres, solo una cosa recordarás y será todo lo que has hecho para poder conseguir la maldita inmortalidad. Y vivirás con eso toda tu perra vida.

jueves, 9 de junio de 2016

Historia de un hombre, un águila y una mano

Les contaré una historia que parecerá de lo más extraña. Comenzará en una tierra muy lejana; un hombre caminará por el valle, al mismo tiempo plantará flores, saltando felizmente a un paso acelerado, porque pronto tendrá que volver a su hogar, ya que seguramente su águila lo estará esperando tranquilamente en su jaula.
Al llegar, el hombre tardará en reparar en que la presencia de su águila será ausente. Desesperado saldrá al jardin y alzará su mano como señal de que su mascota será su valiosa compañera en su nueva aventura. Un sonido retumbará por toda la ciudad; eso va a ser la señal que indicará que el águila volverá a su hogar.

jueves, 2 de junio de 2016

Danzar...

Danzar.
Sentir sus brazos y piernas moverse delicadamente al compás de una canción le apasionaba mucho. Era lo suyo, y lo sabía.
Amaba sentir las miradas de los demás sobre ella. Sentirse desnuda, vulnerable, solitaria.
Única.
Humana.
Llena de vida... La poca que le quedaba.
Quería salir, gritar, llorar, hacer de todo, pero el tiempo la acorralaba.
Su vida iba pendiendo de un hilo pequeño...pero fuerte.
Aún quería vivir.
El lunes había recibido un papel.
Firmado con el sello del Hospital Italiano, lo había abierto con miedo.
Las lágrimas no tardaron en aparecer, y junto con sus esperanzas de viajar, su ánimo se destruyó.
Lloró todo el día restante.
A sus 28 años de edad, iba a morir.
Sin lograr nada más que trabajar en un teatro de baja reputación.
A su novio ni siquiera le había asombrado la noticia.
Le había dicho simplemente que se cuidara mejor, que ya se lo esperaba con sus problemas de alcohol.
Nada más.
Y se retiró de su hogar.
Ese que habían construido juntos con amor y dedicación hacía diez años, cuando aún era una ingenua y se dejó llevar por el enamoramiento, las dulces mentiras.
Y ahora, la triste verdad.
El amor que le había profesado había quedado atrás, junto con sus ansias de casarse y tener hijos.
Todo eso había desaparecido.
Así, de forma rápida, como la luz abandona los ojos de un muerto.
Decidió volver.
Dejó una nota en el pequeño departamento de Berazategui donde vivía, y partió.
Tomó el micro hasta el Maipo, donde trabajaba.
Mientras hacía los papeles de renuncia, vio cómo una artista audicionaba. Se presentaba como actriz de comedia, Lola Membrives.
Sonrió al ver a la joven.
Sentía que iba a llegar muy lejos en ese lugar.
Cuando salió, triste, tomó el ferrocarril.
Todavía tenía kilómetros por recorrer, quería olvidarse de los lugares que solía conocer.
De la gente que solía amar.
De los sueños que deseaba alcanzar.
Prometió no llorar.
Bajó del ferrocarril.
Ahí estaba, el barrio donde vivía de pequeña.
Caminó largas cuadras hasta llegar al hogar de su madre.
Tocó la puerta tres veces, y abrieron. Ella estaba ahí.
Gastada por la edad, pero aún bella.
Con arrugas adornando su cara, pero todavía hermosa.
Le sonrió.
El asombro se notaba en la cara de la anciana, sin embargo la dejó pasar.
Preguntó por sus hermanas.
Supo que todas se habían casado y mudado con el paso del tiempo.
Charlaron un rato más, hasta que la mujer de mayor edad quiso descansar.
Rita la acompañó hasta el cuarto y la arropó. Se despidió de ella deseándole buenas noches y con un beso en la mejilla.
Como si fuera la última vez.
Cerró la puerta y se dirigió a su cuarto. Melancólica, se acostó.
Sus pensamientos se volvieron negros.
Empeñada en escapar, sentía cómo poco a poco se iba.
Sus emociones habían colapsado.
Buscó con desesperación en su maleta su medicamento para el hígado.
Lo encontró.
Sus manos temblaban. ¿Iba a hacerlo?
Fue hasta la cocina y también buscó el whisky.
Se había decidido.
Había tocado fondo, y fue amor a primera vista.
Esa vida llena de sonrisas injustificadas y sueños vacíos iba a acabarse.
Rezó por su madre.
Y por ella.
Para que la tierra abrace su alma y la sostenga.
Para que su enfermedad se cure en el interior del atardecer.
Para que nazcan flores en las oscuridades de sus pensamientos.
Para ser feliz, y morir en paz.
Había empezado con una enfermedad en sus entrañas, y terminó así.
Tomando una sobredosis de medicamentos y el alcohol más fuerte que encontró.
Sola.
Triste.
Así, había fallecido.

"Siempre había querido ser feliz.
Tener la familia perfecta.
Un esposo amoroso, un hogar.
Hijos.
Amor.
Pero al parecer no siempre es así.
Lamento haberme ido de esta forma.
Me he apegado mucho a donde me caí, es verdad.
Estoy empeñada en escapar.
Veo cómo te alejas.
Tengo miedo."

Este fue el último llamado de ayuda de Rita Marzi, de 28 años, parte del sector de danzas en el Maipo, escrito en una nota encontrada por su novio en su departamento. Muerta el 23 de abril de 1933, en el partido de Chivilcoy.
Un mes después, Lola Membrives debuta en el Maipo con "Bodas de Sangre".

jueves, 19 de mayo de 2016

The void

Buscando la realidad, encontraste una que estaba olvidada por muchos. Esa realidad, o teoría, como así te gusta llamarla, se trata sobre que sos observado por dos ojos prácticamente toda tu vida. Alguna vez te preguntaste ¿qué dirán?, ¿qué te querrán transmitir? ¿Cómo te verán a través de sus dos ojos? ¿Será eso algo bueno? Quizá tengas la respuesta de alguna de esas preguntas, pero quizá también por estas preguntas te hayan surgido otras, y ahora tu cabeza es un enigma que no sabe por dónde empezar. Una vez dijiste que todos podían ser exactamente lo que querían, obviamente decirlo o que quede escrito en un papel parece mucho más fácil de lo que realmente significa esa frase, pero ahí llegaste vos, para darle significado.
Eras un hombre, que odiaba estar aferrado, odiaba seguir el rebaño para ser igual a todos y con eso poder ser aceptado. Eras un hombre simple pero con el universo puesto en la cabeza, eras como de los que ya no hay. Siempre estando en contra del sistema capitalista y del sistema en sí, siempre siendo vos a tu manera, siempre evitando e ignorando esos dos ojos acusadores que rondan las esquinas, siempre siendo feliz a tu forma, siempre viviendo como se te antojara. Siempre viviendo.
Y así fue como te fuiste, viviendo, volando, con todos tus delirios y teorías de utopía para cambiar al mundo. Lo importante es que luchaste por lo que realmente querías y, tarde o temprano, se va a cumplir.
Ahora sos el guardián, sos el halcón que nos vigila desde lo más alto. Sabés cuál es tu deber, y cuál es el nuestro. No te preocupes, tu mensaje llegó.

miércoles, 18 de mayo de 2016

Dos ojos brillantes

Aparecieron dos ojos brillantes en la oscuridad de la noche tras la ventana de tu habitación, estabas dormido y cuando tu mamá pasó a saludarte los ojos desaparecieron, unos minutos más tarde volvieron a aparecer y te miraron fijamente toda la noche.
Al otro día, cuando tú despertaste los ojos ya no estaban. Bajaste a desayunar y te fuiste al colegio sin saber que los ojos aún te estaban observando. Estabas por llegar a la escuela cundo paraste en seco, miraste para para atrás y no había nadie, miraste hacia arriba y viste a un pájaro gigante marrón levantando vuelo, no le diste importancia y seguiste caminando.
Llegaste a la escuela, te juntaste con tus amigos y entraste al colegio. El pájaro volvió, te esperó hasta que saliste y te siguió hasta tu casa. Entraste por la puerta y fuiste a tu habitación a hacer la tarea. Giraste la cabeza hacia la ventana y lo viste: un halcón de hermoso plumaje marrón; se quedaron viendo a los ojos pero el halcón se giró y salió volando.
Esa noche te quedaste despierto para ver esos ojos que te vigilaban, los viste. Saliste para ver qué era lo que había allí afuera, pero cuando llegaste debajo de la ventana te atravesó el pecho una hoja de metal, era una daga. Caíste al piso. El halcón que estaba volando por los cielos bajó a toda velocidad, levantó por los aires a la persona que tenía el cuchillo y se lo llevó lejos.
Lo último que viste, antes de que tus párpados se cerraran, fueron los hermosos y brillantes ojos del halcón que te vigilaban todas las noches para protegerte.

miércoles, 4 de mayo de 2016

Mi miedo a los búhos

Hola. Mi nombre es Ashley y tengo cierto desagrado hacia las aves. Y no, no les voy a mentir. Los que menos me gustan son los búhos. Son muy raros, no sé explicarlo, de alguna manera ellos logran que no me gusten. Un día estaba en una tienda de animales y cuando menos lo esperaba ocurrió, me sentía débil, llamé a mi papá pero este demoró mucho. Era demasiado tiempo, tiempo suficiente como para que un búho pudiera exceder su violencia y lastimarme de manera rara, como si quisiera clavar sus profundas uñas en mí y alterar mis memorias, logrando, vuelvo a repetir, de manera extraña, marcarme con un símbolo.
Ese símbolo representaba que no contaba con tiempo suficiente de vida, y es por eso que crecieron en mí unas inmensas ganas de arrancarle a ese búho sus preciadas uñas.

jueves, 7 de abril de 2016

¡Bienvenidxs otra vez!

Un nuevo año comienza, y volvemos a encontrarnos semana a semana en este espacio de creación, lectura e intercambio, juego, disfrute y desafío, que es el Taller Literario. Un espacio donde más de una vez la risa le gana a la seriedad, los chistes desestructuran el entorno y nos abrimos a conocernos más, entre nosotrxs y a nosotrxs.
Les damos la bienvenida a lxs nuevxs talleristas que se animaron a compartir esta aventura.
Y a ustedes, lectoras y lectores, los invitamos a seguir recorriendo con nosotrxs nuestros relatos, nuestros textos, las baldozas amarillas de un camino que nos lleva más allá de Oz: a mil mundos.
¡Buen viaje!

martes, 22 de diciembre de 2015

Las palabras que nos enlazan...

Hace poco se puso en contacto con nosotras una exalumna del taller literario del Pirán, de los viejos tiempos en que era coordinado por la profesora Leonarda Borsellino. Nos contó la alegría que le produjo saber que el Taller había vuelto a abrir sus puertas, los recuerdos de su secundario que le venían a la mente al leer los cuentos de este blog.
En su propio blog, Verónica, así se llama ella, comparte sus recuerdos del taller, junto con poesías y otros textos de su autoría.
Somos felices de ver cómo las palabras no dejan nunca de ser puentes que conectan, lazos que unen, ventanas que dejan pasar el aire fresco de los viejos recuerdos...