viernes, 19 de mayo de 2017

Te ronda un mosquito

Me contaste un millón de cosas,
algo daba vueltas en vos.
Explotó un mar de dudas
en aquel río calmo
que llamabas mente.
Tenías tan pocas expectativas,
la noche cayó.
Respiraban el mismo sentimiento,
pero el cielo no te dejó ver,
sentir,
creer.
Era tan mágico, pero,
¿cómo creer en la magia
si la vida son puras ilusiones?
Te vi inquieto, corazón,
la duda te encerraba,
y movías las manos,
como si algo molestara.
Te ronda un mosquito
llamado amor.
Ese que te da y te quita
tan rápido como puede,
tan rápido como quiere.
Y en el silencio de la noche,
ella te dio vida,
te devolvió las esperanzas,
te devolvió la luz.
Volviste a creer,
en unos ojos
que vieron un mundo en vos,
en lo que podría ser,
y en lo que será.

viernes, 12 de mayo de 2017

¡Qué susto!

Salto a un pozo profundo, todo se ve oscuro.
Mis piernas están adormecidas, estoy en el suelo frío y húmedo. (Si no consigo estar afuera de acá me voy a pudrir).
Creo alcanzar una rama que sobresale para conseguir estar de pie, pero no.
Veo una minicueva, alcanzo a ver una luz, repto para conseguir meterme dentro.
Creo caber.
Freno de repente. Creo ver una araña gigante detrás de mí, palidezco, creo que me persigue.
Salto del susto. (¡Mierda!)
Veo a la profesora.
Creo que me estaba hablando.
Yo y mi imaginación...

miércoles, 10 de mayo de 2017

Interferencia

Soltá. Dale, Martín, frenala, imbécil.
Basta, me pudrís, flaco.
Dejá de perseguirme, no te quiero ver más.
No quiero estar con vos.
Uh loco, siempre perseguido vos. No tengo nada con Lucas, no sé qué te metés en la cabeza.
¿Qué querés conseguir con esto?
Frená, nene, me duele.
Dejá de meterte en todo.
Basta, me estás lastimando.
Soltame. Voy a llamar a la policía.
Me adormezco. ¿Qué me pusiste en el vaso?
Bast...

domingo, 7 de mayo de 2017

Verde hielo

Y ahí lo vio. Soltándose en la pista de hielo, persiguiendo su sueño.
Su piel palidecía con cada reflejo del suelo, y su maldad se pudría con cada giro que conseguía alcanzar exitosamente.
Lo imaginaba como algo idílico, pero cuanto más lo veía, más creía otra cosa.
Sus ojos verdes lo adormecieron.
Sus ojos verdes reptaron por su cuerpo, metiéndose en lo más profundo de su alma.
Sus ojos verdes lo...
No creía frenar.
Esos ojos verdes estaban pudriéndolo.
Palideciéndolo.
Persiguiéndolo.
No creía frenar.

sábado, 6 de mayo de 2017

Me perseguía...

Me perseguía su figura.
Sus ojos.
Su sonrisa.
Sus labios.
Nunca imaginé que después de tanto tiempo,
tantas idas y vueltas,
tantos ir y venir de la vida, alguna vez hubiese conseguido verla de nuevo.
Pero ahí estaba.
Más hermosa y delicada que de costumbre.
Su escultural cuerpo palidecía volviéndose uno con la nieve que estaba a su alrededor.
Mi mente se adormeció de tal manera que pocos pensamientos reptaban hasta mi subconciente.
Aun así, todavía en este estado de somnolencia, salté al auto aparcado a un costado del camino y pisé a fondo el acelerador, no sin antes frenar para verla una última vez, tan calmada como siempre.
Ya no me perseguía su figura.
Sus labios.
Su sonrisa.
Sus ojos.
Su cadáver.

viernes, 5 de mayo de 2017

Madrugada gris

Saltaría al cielo,
imaginándome un mar,
perseguiría las estrellas,
como siempre.
Aquella bella y larga lágrima
adormecía tu felicidad,
y lentamente
palidecía todo a tu alrededor.
Río de decepciones,
montaña de espantos,
fruto del alma,
pudriste en mí
todo lo que creía,
como una bacteria,
que repta por las paredes
de mi pensamiento.
Creí alcanzar mis sueños,
creí meter los obstáculos en la basura,
el sinfin de trabas que me frenaban
a imaginar un mundo con vos,
estar juntos, viendo al sol caer.

jueves, 4 de mayo de 2017

Mi alma

Se está pudriendo.
Palidece con este frío.
Creía que pasaría tarde o temprano.
Lo veía venir.
Se imaginaba reptando intentando conseguir piedad.
Se adormece al saltar desde el edificio.
No puede frenar la caída.
Alcanza el cielo, cuando cae al suelo.
No puede meterse en ningún lado.
Solo sale volando alto.

jueves, 27 de abril de 2017

Algo de amor, cursi y tonto

"Cómo puede ser que no se me ocurra nada. Si antes era medianamente fácil. Esta situación me estaría molestando", pensaba Kin, una chica de unos 16 o 17 años. Estaba mirando a su alrededor, viendo a la gente y el mísero paisaje que se podía apreciar. Se encontraba sentada en la parada del colectivo, frustrada, mirando con enojo la hoja en blanco que sostenía en sus manos.
Aburrida agarró su celular para poder responder un mensaje y de paso mirar la hora.
- Mierda, todavía faltan como cuarenta minutos para tener que entrar a la jodida escuela - dijo en voz alta -. Lo único bueno es que hoy tengo taller literario, aunque también es algo malo porque eso me apura más a terminar, o más bien empezar el texto que debo llevar -. Miró a su alrededor. "Menos mal que no hay nadie cerca mío, si no pensarían que estoy loca hablando sola", río.
Distraída, con su mirada dirigida al cielo, Kin no se percató de que alguien se había sentado a su lado.
Cuando salió de sus pensamientos sintió un par de ojos que la observaban; giró suavemente su rostro hacia su derecha, donde se encontraba ese alguien que la miraba. Cruzaron miradas, pero solo un segundo pasó hasta que Kin giró el rostro avergonzada. "Esto es bonito pero incómodo", pensó. Volvió a girar su rostro y lo único que vio fue la cabeza de su "acompañante" que giraba hacia ella y sonreía. "¿Este chico me está sonriendo a mí?" Lo miró algo sorprendida, iba a decir algo pero él fue más rápido: se levantó y solo pudo escuchar un "que tengas un buen día" mientras subía al colectivo. "¿Qué acaba de pasar?"
Se quedó ahí con las palabras en la boca y los ojos bien abiertos, tratando de entender qué coño había pasado hacía segundos.
Ya era hora de ir al tonto colegio, así que de mala gana Kin se levantó de donde estaba y se dirigió hacia allá.
En el camino de la parada al colegio, seguía pensando en lo ocurrido.
Cuando llegó a su aula, tuvo una idea: "Ya sé de qué puede tratar la historia, aunque es muy diferente a lo que acostumbro escribir, ya que por lo general cuento cosas que tengan que ver con la idiotez y la maldad del humano; hablo de cuánto los odio; o cuento cosas fantásticas, irreales... Pero, bueno, no creo que sea tan difícil escribir algo que tenga amor, sea cursi y sea tonto a la vez".

domingo, 17 de julio de 2016

Palabras del Bicentenario de la Patria

El pasado jueves 7 de julio, la gran comunidad del Conserva-Pirán celebró el aniversario n° 200 de la Independencia de la Patria. Y como no podía ser menos, lo festejamos como se merece, con un hermoso acto que unió a los tres niveles, Inicial, Primario y Secundario, que incluyó una chacarera bailada por estudiantes de 1° y 5° año, una bandera hecha por lxs chicxs de Inicial y una suelta de globos que pintó el cielo de celeste y blanco. Luego, el Nivel Secundario pudo recorrer la Muestra del Bicentenario, con variados stands que conmemoraban de diferentes modos los doscientos años de Independencia.

El Taller Literario Letra Joven no quiso ser menos, y allí estuvimos con nuestro "Rincón Poético", ofreciendo una pequeña consigna de escritura para quien quisiera unirse al juego literario. Aquí dejamos, entonces, las "Palabras por la Patria" del Instituto Pirán.

La Argentina está libre de cadenas y es posible soñar con un país lleno de patriotas.
- Martín, 2°B -

Siendo valientes y estando unidos logramos romper las cadenas bajo el mismo sol.
- Ailín, Sofía G., Camila y Morena, 2°B -

La independencia es vivir en libertad fortaleciendo nuestra vida con unión y soñar con un país mejor.
- Ramiro, Franco y Neyén, 3°A -

La Argentina y su patria, con sus patriotas, se volvieron libres y así todos sus ideales fueron mejores.
- Sofía R. y Sofía P., 3°A -

El celeste y blanco de nuestra bandera es un constante recuerdo de que gracias a nuestros antepasados podemos disfrutar de la libertad y autonomía de hoy en día.
- Victoria, 3°A -

Día de la Independencia. ¿Qué recordamos? Es luchar por nuestros ideales, luchar por la celeste y blanca, las ganas de fortalecer nuestras raíces y nuestra libertad. Ser Argentino es representar nuestra libertad y rebeldía, representar orgullo y raíces.
- Rocío P., 4°B -

Los patriotas lucharon por la autonomía e independencia, quisieron luchar por ser libres.
- Azariel, 3°B - 

Gracias a la valentía de nuestros antepasados, que lograron romper con las barreras de los españoles, hoy disfrutamos y celebramos este día con nuestra bandera celeste y blanca y podemos soñar con un futuro mejor para la Argentina.
- Alejandra, 5°B -

El general San Martín, valiente y heroico, defendiendo sus ideales se permitió soñar con una nación con unión y libres de sus tan pesadas cadenas.
- Tomás, 4°A -

¡Hay que fortalecer la libertad! ¡Seamos patriotas y honremos la celeste y blanca!
- Andy, 5°A -

Todos los patriotas han de ser valientes al defender la bandera argentina, y no romper lo lazos de la celeste y blanca que nos ilumina con su sol día a día.
- Rocío y Micaela O., 4°A, y Julián, 5°A -

Sigamos luchando por la libertad que nos brindó una independencia. Continuemos siendo libres durante muchos años más e icemos nuestra bandera con orgullo.
- Julieta Casadevall, 3°B -

La fortaleza está dentro de cada uno, solo hay que ser valiente para encontrarla.
- Julieta y Aldana, 3°A -

Hay que ser valiente y no romper la bandera celeste.
- Alessandro, 5°A -

Los hombres libres luchan por su independencia en la Patria argentina.
- Nahuel, 2°B -

Nuestra autonomía creció al romper los lazos con los españoles. Nuestros patriotas luchamos con nuestra celeste y blanca, con los ideales de liberación.
- Agostina y Micaela, 3°B -

El luchar por ser libres hace fortalecer nuestra unión.
- Miguel, 3°B -

Los hombres libres luchan por una independencia en la patria celeste y blanca.
- Micaela O., 4°A, y Julián, 5°A -

Con ideales y amor por una patria, a través de la unión entre todos los argentinos, vamos a fortalecer nuestra autonomía y libertad.
- Martina, 4°A, y Clara y Candelaria, 4°B -

Hay que luchar por la bandera celeste y blanca de la libertad, por nuestros ideales.
- Rocío T., Camila y Delfina, 5°B -

Nuestros valientes lucharon por lograr autonomía y reemplazar "cadenas" por una bandera celeste y blanca.
- Graciela, Directora de Estudios -

Somos un pueblo valiente que con unión logró su autonomía.
- Sofía, preceptora -

Nunca dejemos de luchar
por la patria y por la unión,
por la bandera celeste y blanca
hay que dejar el corazón.
Si en aquellos tiempos lograron
a las cadenas romper,
nunca dejende soñar...
la Patria vamos a fortalecer.
- Julián, preceptor -

Blanco y puro es el corazón de todos los que han de luchar pacíficamente por sus ideales. Así logran ser libres, así logran la Independencia de ese corazón, de sus vidas, y de su hermosa Patria.
- Andrea, preceptora -

En este momento candente
necesitamos que seas valiente.
Queremos una Nación
en permanente unión.
Dejá atrás las penas,
rompé de una vez las cadenas.
Entramos en una nueva era,
levantá bien en alto tu bandera.
Volando alto como las gaviotas,
imitá a nuestros patriotas.
- Pablo Ingrassia, profe -

Por nuestros sueños e ideales, luchemos por una Patria más justa, soberana e inclusiva, y rompamos la dependencia que nos coloniza de cuerpo y alma.
- Melissa Amici, profe -

Soñar con la autonomía de la Patria es cosa de valientes y nos hace sentir el sol en el corazón.
- Patricia Términe, profe -

En blanco y celeste,
basta de cadenas.
Vamos Argentina
por la autonomía.
- Magdalena, bibliotecaria -

La patria argentina está formada por millones de patriotas que luchan día a día por la independencia y la autonomía del país.
- Anónimo . . . -

¡FELIZ BICENTENARIO PARA TODXS! ¡¡¡VIVA LA PATRIA!!!

jueves, 7 de julio de 2016

Los ojos del Halcón

Eras un hombre frío como el invierno. Nos íbamos a encontrar en la plaza, a la vuelta de mi casa. Tenías un largo viaje caminando hasta allí pero no te importó. Querías decirme algo importante y querías que ese lugar, aquel en el que nos conocimos, fuera donde escuchara tu noticia para mí.
Me contaron con sumo detalle tu trayecto desde el museo donde trabajabas hasta donde había ocurrido el suceso. Me habías contado que te retrasarías media hora para arreglar la exhibición de un halcón.
Te habían advertido que no le vieras a los ojos pero no creías en esas cosas, no, vos no creías en esas “maldiciones”. Si lo hubiera sabido desde un principio, te hubiera advertido nuevamente pero no supe nada de eso hasta después del suceso. En ese momento, había pensado: “Mejor, así me puedo preparar más tranquila para esa noticia”, pues no dabas tanta importancia a algo insignificante.
Saliste del Museo Argentino de Ciencias Naturales en el Parque Centenario, en Caballito, al terminar tu trabajo. Habías caminado la primera calle desde el parque. La calle había estado repleta de caras apagadas aquel día de lluvia. Habías caminado acompañado con esa multitud de máscaras grises hasta la quinta o sexta calle. Habías cruzado en la esquina hacia la otra calle.
Allí habías caminado con rapidez por las vías del tren. Las barreras habían bajado pero vos habías seguido. Querías contarme todo. Lo único en lo que habías pensado era en mí, no habías querido dejarme esperando.
Se había escuchado en la estación la bocina del tren. Tu cabeza perdida entre pensamientos no había sido lo suficientemente rápido para observar al enorme transporte, al enorme monstruo, que te asesinó.
La policía encontró tu morral junto a tu cuerpo. Allí había cuadernos, uno repleto de papeles del museo y otro donde hace tiempo habías estado dibujando. Siempre que estabas conmigo lo llevabas, me había acostumbrado a verlo.
Lo abrí apenas el policía me lo entregó con tus pertenencias. Observé la última página donde junto a un hermoso retrato mío habías escrito a un costado:

“Ojos de halcón,
Tu voz como una canción…”

Nada más. No habías acabado aquella poesía o aquel intento de poesía (ya sabés que no sé nada sobre el género lírico). Sin embargo, a vos te encantaba, tu vida era una poesía, una poesía con un final mal escrito.
A vos te encantaba ser frío pero aquella poesía mostraba ese lado que siempre habías ocultado a todos los que te habían acompañado excepto a mí, ese lado romántico que me enamoró desde un principio, aquel que “desaté”, según vos.
Me has dejado enamorada y, a la vez, intrigada. No sé donde estás, solo sé que estás lejos de mi. Recuerdo bien tus ojos fríos en aquel ataúd, tan fríos como los de un halcón. El entierro está grabado en mi memoria y tus recuerdos son parte de mi historia.
¿Cuál es la fría noticia del invierno? No lo sé. Solo sé que eras un hombre frío como el invierno, e irónicamente… moriste en invierno

viernes, 1 de julio de 2016

El vigía

Era el décimo día de viaje.
Y el quinto de naufragio.
Hace diez días que no veo a mi familia.
Y hace cinco que perdí toda esperanza.
Había zarpado con un barco tan grande que hacía que cualquier navegante se estremeciera.
Y había terminado con un pedazo de madera más chico mi hijo. Me acosté, mirando hacia el cielo. El negro infinito de la noche. El blanco de las estrellas. Recordé haber visto el cielo de igual forma seis días atrás. Estaba oteando en mi lugar de vigía. Esperando encontrar una isla. Pero no, solo encontré la soledad del mar.
Todavía recuerdo la noche del "accidente". Estaba durmiendo. Desperté con el sonido de olas golpeando el barco. Pensaba que solo era una tormenta tranquila, como solía pasar. Todo hasta que escuché el grito de uno de mis tripulantes.
Corrí, solo para encontrarme con un orificio del tamaño de una orca. Litros y litros de agua entraban.
Despues de eso, todo estaba borroso.
El agua entrando.
Cientos de marines corriendo en sus uniformes azules.
Su sangre, rojo carmesí.
Corrí a babor...
Y eso es todo lo que recuerdo.
Ahora estoy en no sé dónde, solo.
Empecé a escuchar a algunas aves cantar.
Qué hermoso rui... ¿qué? ¿Aves? ¿Cantar? Si hay aves, hay... ¡Tierra!
Me levanté, casi cayendo de la madera.
- ¡Tierra a la vista! ¡Tierra a la vista! - grité para mí mismo, ya que no tenía a nadie con quien festejar.
Vi la dichosa isla.
Había gente desnuda.
Bailaban.
Golpeaban sus escudos.
Reían.
Eran una especie de tribu.
Felices.
Empecé a remar con mis brazos hasta que por fin llegue.
- Hola - dije, y nadie me contestó.
¿No me ven? ¿No me oyen?
- ¿HOLA? - grité.
Nada.
De a poco, todos iban desapareciendo.
Todo fue mi imaginación.
Mi deseo de sobrevivir.
Pero como siempre, la realidad te golpea y te grita que tus sueños nunca se van a hacer realidad.

miércoles, 22 de junio de 2016

Érase una vez...

Érase una vez un pequeño niño, amante de la lectura. Día y noche leía. Horas, semanas. Básicamente devoraba altos libros en días de lectura. Cuidaba con su vida su estantería.
Pero había un libro especial.
Ese que le traía paz, felicidad, esperanza.
Caminaba en círculos dos veces, se estiraba cuatro y se sonaba la nariz cinco, por las dudas, antes de agarrarlo.
Pudo haber elegido otro. Pero no.
Ese era. Amaba Peter Pan.
Revoleando los ojos por los gritos de su padre, se tapó los oídos.
En silencio, fue a ver qué sucedía.
Las medias que usaba se ensuciaban a cada paso que daba mientras bajaba las escaleras.
Por la puerta, observó una silueta.
Robusto, masculino.
Un plato de sopa reposaba en la mesa, junto a los dibujos que le había hecho a su madre.
Una mancha carmesí en el piso.
Se escuchaba el agua de la canilla correr, pero ya ningún sonido de parte de su padre.
Vio un dibujo suyo en el suelo, junto a la mesa.
Con indignación y berrinche infantil, terminó de bajar las escaleras.
Lo que vio lo dejó perplejo.
¿Qué le había pasado a su mamá?
¿Por qué estaba tirada en el suelo?
¿Por qué había sangre tras ella?
¿Por qué su papá lo miraba furioso?
¿Acaso no lo quería?
¿Por qué se dirigía a él con los puños cerrados?
Cerró los ojos, esperando lo peor.
O lo mejor.
Tal vez, podría quedarse en el País de Nunca Jamás.
Tal vez, podría ser un niño para siempre.

viernes, 17 de junio de 2016

Hoy jueves...

Hoy jueves 14 del 2016 he vuelto a encontrarme a otro animal muerto en el camino. Era un perro, bah, un cachorro, de pelaje blanco con algunas manchas café.
Es la cuarta vez que encuentro animales muertos en estos primeros días de la semana, lo más triste es que se ve que los hicieron sufrir. Los encuentro todos lastimados, con golpes, cortaduras, marcas que demuestran haber sido brutalmente asesinados. Cómo odio a la gente que hace este tipo de cosas, me dan tanto asco.
Todavía no entiendo cómo es que existen seres humanos así, con esta mentalidad, acaso creen que los animales son objetos con los cuales pueden divertirse.
¡No son así las cosas! (Maldita sea)
Ojalá hubiera justicia, pero no la hay, ni se preocupan por este tipo de temas, si tuviera la fuerza, la valentía para poder vengarlos, les haría sentir el dolor que les produjeron a ellos, los animales.
Agarro al perro y empiezo a caminar por la pradera buscando un lindo lugar donde poder enterrarlo, para que pueda descansar en paz.
Me manché toda la remera con su sangre pero no me da asco, como le daría a la mayoría de la gente.
A mí me produce ganas de llorar. Llorar por él, por todos los animales que matan por diversión, llorar por la existencia de gente estúpida, gente ignorante, sin corazón.
No aguanto más y me largo a llorar.
Cuando ya estoy más tranquila empiezo a cavar, con mis manos, el lugar donde voy a poner al perro. Lo coloco ahí y lo tapo, de paso le dejo una flor bellísima que encontré por ahí.
Me levanto y comienzo a caminar dirigiéndome a los entierros que hice anteriormente, dejándoles flores. Mientras lo hago, en mí crece el odio que siento por la raza humana. Cada vez crece más y más pero no puedo hacer nada, solo soy un niño, un niño de diez años.

jueves, 16 de junio de 2016

Lo conociste un jueves...

Lo conociste un jueves, ¿recuerdas? Llevabas tu suéter favorito, sí, el blando que es demasiado largo por las mangas. Raramente lo usas, pero sentiste que iba a ser un día especial, aunque eso sería subestimar lo que pasó después. Mientras caminabas al trabajo escuchaste un maullido, un gato sobre un árbol, trataste de saltar lo más alto que podías pero sin resultados porque tu altura no te lo permitía; una risa se escuchó detrás tuyo. Azul. Fue lo primero que notaste, ese color te trajo memorias de tu peluche favorito, ese que era de un azul tan brillante que te cautivaba. Al parecer, luego de tanto años, ese color lo sigue haciendo. Estabas atónito, el mundo pareció parar por varios minutos, un desconocido te preguntó si te encontrabas bien. Te sonrojaste y comenzaste a balbucear. ¿Qué te sucedía? Parecías no poder controlar tus palabras. El desconocido te ayudó a bajar al gato del árbol. Se quedaron hablando, hasta que te diste cuenta de que estaba oscureciendo. El tiempo pareció volar, una tristeza se apoderó de ti al ver que era hora de despedirse; seguro ese sentimiento se notó en tu rostro, ya que el chico preguntó por tu número. Arreglaron una cita, así es como comenzó todo.
Empezó a decaer un lunes, habían arreglado salir juntos, se encontraron en el lugar acordado y conversaron por unos minutos hasta que cayeron en un silencio, antes esto no habría sido incómodo pero por alguna razón lo fue. Recordabas esos momentos en los que soñaban con escaparse hacia las montañas por un tiempo, siempre quisieron ver la nieve juntos, porque lo único que lograban ver en su ciudad era la lluvia. Él comenzó a jugar con el borde de su remera, algo que hacía cuando estaba nervioso. Se notaba en su cara, cosa que llenaba de miedo tu corazón, parecía querer decir algo pero no encontraba las palabras. La cita terminó, se abrazaron para despedirse. Llegaste a tu casa; tirando el abrigo sobre tu cama notaste caer un papel del bolsillo. Era una nota:
"No tengo el coraje para decirte esto a la cara. Lo más probable es que luego de esta nota me odies y pensarás que todo por lo que pasamos fue una falsedad. Hace muchos años que planeo esto, incluso antes de conocerte, batallando internamente si decidía quedarme por ti o irme por mi propio bien. Sé que jamás te olvidaré y espero que tú no me olvides a mí. Lo siento y te amo."

[Tal vez ocurrió así:]
La nota cayó suavemente sobre el piso, te quedaste mirando fijamente el papel por lo que parecieron minutos. Una lágrima cayó, tocaste tu mejilla, sintiéndola húmeda; estabas llorando pensando en que tal vez ese era tu amor verdadero y se acababa de escapar de entre tus dedos sin poder hacer nada al respecto. Todas las emociones que sentías al mismo tiempo te agotaron y decidiste descansar. Esa noche soñaste con ojos azules y suaves caricias.

[O tal vez ocurrió así:]
La nota cayó suavemente sobre el piso, te quedaste mirando fijamente el papel por lo que parecieron minutos. Una lágrima cayó, tocaste tu mejilla pensando en todos los buenos momentos que habían pasado juntos. Lo más probable es que ese fuera el amor de tu vida y se alejó de ti sin poder hacer nada al respecto. Estabas muy abrumado por tantos sentimientos. Secando tus lágrimas decidiste que mañana sería otro día, pero hoy te encontrabas muy cansado. Te recostaste en la cama cayendo, casi inmediatamente, en un sueño profundo donde ojos azules te miraban con adoración y sus manos te acariciaban delicadamente.

viernes, 10 de junio de 2016

Historia de un hombre, un halcón y dos ojos

Si de verdad anhelas tanto ese poder, escucha.
Ve al cementerio y busca la tumba de tu mejor amigo y dile lo que sientes por él, pero al revés. Si lo haces bien, entonces se abrirá un portal que te llevará a donde necesites ir para conseguirlo. Cuando entres verás que aparecerás en un pasillo que parece que no tiene fin.
Tú solo camina hacia adelante sin detenerte.
Podrás sentir el espíritu de tu amigo preguntándote por qué. ¿Por qué carajos estás haciendo eso? ¿Por qué lo mataste? ¿Por qué tanto para conseguir aquello?
Te sentirás culpable y querrás asesinarte, pero tu ego, tu avaricia harán que sigas adelante. Comenzarás a correr porque el miedo empezará a atraparte.
Tu amigo se convertirá en un halcón para poder seguirte el paso.
Sentirás cómo sus ojos están clavados en ti.
Sentirás su dolor. Pero seguirás adelante.
De repente comenzarás a sentir cómo cuchillas atravesarán tu cuerpo. Sentirás un dolor tan tremendo que trastabillarás pero seguirás porque ya estarás llegando a tu destino.
Una luz te cegará po9r un momento; eso significará que ya has llegdo.
El último paso que tendrás que cumplir si es que quieres la inmortalidad será borrar tu memoria, no recordarás nada, solo andarás por ahí sin saber quién eres, solo una cosa recordarás y será todo lo que has hecho para poder conseguir la maldita inmortalidad. Y vivirás con eso toda tu perra vida.