jueves, 31 de mayo de 2018

No lo hagas

"No lo hagas."
No mires atrás que no vale la pena. ¿Qué podés hacer para cambiar lo sucedido?
"No lo hagas."
No pienses en ella, que solo malas cosas vas a sentir. ¿Significó tanto?
"No lo hagas."
No recuerdes aquel día en el que todo se desmoronó. ¿No podés seguir con tu vida?
"No lo hagas."
No dejes que tus sentimientos sean visibles en tu cara. ¿No se supone que sos fuerte?
"No lo hagas."
No debes hacerlo, la historia no se puede volver a repetir. ¿Acaso es que no has aprendido nada o es que te gusta sufrir?
"Hacelo."
Ignorá todas esas vocecitas en tu cabeza, no te quedes con las ganas, arriesgate. ¿Qué tenés para perder?

martes, 29 de mayo de 2018

Divagaciones

Ya te fuiste, no me sorprende que lo hayas hecho, pero no esperaba que fueras tan frío al respecto. No comprendo cómo la apasionada persona que, para mí, fue más que mi mundo sea actualmente alguien que parece vacíx. ¿Cuál es la razón de tanto sufrir? ¿Por qué no lo compartiste conmigo? Pensé que las relaciones deben ser un dar y recibir, ya sea lo bueno o lo malo. Con este tipo de preguntas me carcomo la cabeza, incluso sabiendo lo inútil de mi divagar.
Siempre hiciste lo que quisiste pues en eso nos parecemos mucho. Nadie puede controlarte, y menos cuando de tu música se trata, en esos momentos parecías sentir que todo estaba bien, a pesar de saber que no es así, al verte de esa manera sentía que me enamoraba más de vos. Pensándolo bien, fueron pocas las persona por las cuales llegué a sentirme de esa manera.
Tal vez fue la intensidad de nuestros sentimientos que nos hicieron terminar de esta manera; pero no me arrepiento de nada, no creo poder hacerlo aunque lo intentara, no me arrepiento de haberte conocido; incluso en los momentos que lloraba por nuestras, no escasas, peleas, incluso cuando me quedé viendo tu silueta alejándose y dejando atrás todo lo que fue nuestro. No me arrepiento, porque valoro nuestro tiempo juntxs, valoro los pequeños y dulces detalles, porque entre nosotrxs existió algo especial que no creo poder olvidar, y dudo que vos puedas hacerlo.
No voy a negarte que sentí furia ante vos y tu terquedad, ante la situación de mierda, ante el mundo que parecía estar en nuestra contra. Con el tiempo comprendí que no podía forzar las cosas, y menos a vos. Y así continué con mi vida, como vos con la tuya; pasando los días tratando de no recordarte, y fallando en el intento. A mi alma rota le faltaba un pedazo, el que vos te llevaste ese maldito día, pero el saber que la tuya tampoco se encuentra completa me reconforta.
Eramos un desastre juntxs, y seguimos siendo uno separadxs. Y creo que eso es algo que nunca va a cambiar.

miércoles, 23 de mayo de 2018

Vos

Como siempre, con la primavera llegó ella. Tan fría, y a la vez tan abrumadora, tan cándida. La veo cruzar la calle. Viene hacia donde me encuentro.
Está igual que siempre. Se siente igual que siempre.
Su pelo rosa, su buzo lleno de bigotes de gatos (tenía cinco), su caminar tranquilo.
Pero ahí estaba lo que más me gustaba.
Su sonrisa particular llegó inesperadamente, y me llenó de una calidez indescriptible. En distintas vestiduras, habría sido una sonrisa cómplice, sugerente.
Levanté mi temblorosa mano para saludarla, pero como siempre, ella se me adelantó, y me abrazó.
Me quedé quieto. Mis sentimientos se encontraban en puntas de pie; si la tocaba, se desbordarían. Si no lo hacía, me arrepentiría.
Y me contuve.
Mi corazón latía muy fuerte, constante, agresivo. Era como si tuviera su propio grito, intentando hacer que ella lo escuche. Pero no podía.
Yo quería.
Pero no podía, realmente no podía.
Sabía que, si llegaba a confesárselo, se alejaría.
Se iría tan lejos, como muchas otras lo habían hecho.
Y estaba asustada porque, tristemente, sabía que ese era mi destino, mi maldición.
Quererte por tantos años, y, efectivamente, no poder nunca arriesgarme a decirte.
Porque sé que no me buscás.
Porque sé qué, de entre todas tus constelaciones soy,
                                                                        la estrella
                                                                        que menos brilla.

lunes, 21 de mayo de 2018

Cómo cerrar los ojos

Habrán visto que alguna vez un ser humano realiza la acción de pegar los párpados de ambos ojos al mismo tiempo, a través de un músculo que logra hacer que el párpado móvil se aproxime hacia el inmóvil hasta que no quede espacio entre ellos, dando como resultado el "cerrar los ojos".
Con este tutorial, te enseñaré a cerrar los ojos: prestá mucha atención, porque puede resultar muy difícil al principio, pero luego de un par de intentos, lo lograrás.
Primero necesitas tener una cabeza humana que contenga todos sus músculos y órganos.
En segundo lugar, necesitamos que el músculo del párpado móvil haga el esfuerzo de bajar el mismo, hasta que choque con el párpado inferior (o inmóvil).
Luego mantenemos el párpado en esa posición y realizamos el mismo proceso con el otro ojo.
Una vez teniendo ambos ojos con sus párpados móviles pegados a sus párpados inferiores, ya habremos realizado el "cerrar los ojos".
¡Si este tutorial te sirvió, coméntalo, dale like y compártelo con tus amigos! No te olvides de mandarme una foto con tus ojos cerrados.
MARTINSITOXOLORACHIBOX33 se despide. ¡Hasta la próxima!

domingo, 13 de mayo de 2018

Pero no

Pasión arte.
Beso fuego.
Te quiero mucho.
Pero no te amo.
Este es un amor falsedad. De esos que te llenan, pero no llegan a esa felicidad armonía.
Por eso es que lloro.
Este llanto atrocidad que llena mi garganta de silencio angustia.
De tristeza soledad.
De amor desamor.
Igual, todavía te quiero.
Vas a seguir siendo, lamentablemente, mi amor consuelo.
Porque, por más que nos deseemos,
                                 no hay esperanza encuentro
                                 en esta vida injusticia
                                 que nos llene de otra cosa
                                 que no sea
                                 un amor muerte.

lunes, 16 de abril de 2018

Dos hermanas promedio

- ¡No! - Mercedes gritó desde el otro lado de la casa, cosa que no era mucha distancia. - Es tu turno de lavar la ropa. ¡Siempre hacés lo mismo!
Clara podía ver el humo saliendo de la cabeza de su hermana, su cara estaba completamente roja y esta era la señal para que desapareciera del departamento lo más rápido posible. Y lo hizo con un sutil movimiento de nariz seguido por una nube de humo, dejando ver que no había nada.
Las calles de Italia eran hermosas, nunca se cansaría de estos paisajes, sin importar cuántas veces los visitara.
- ¿Vos te creés que te podés escapar de mí? - Clara miraba a Mercedes con desdén así que ignorándola siguió su camino. Su hermana reapareció frente a ella evitándole el paso.
- Sos insoportable, Mechi - la cara de Mercedes estaba llena de furia ante el sobrenombre que tanto odiaba. - Siempre tan correcta vos.
- Solo te dije que hicieras una cosa. Y ni eso te dignás a cumplir.
Mercedes se encontraba extremadamente irritada, tanto que sus ojos se tornaron verdes.
- No podés resolver todo con magia.
Hechizos comenzaron a tirarse entre ellas, humo y chispas cubrieron toda la escena. Estuvieron así durante horas, hasta que, ya agotadas y todas despeinadas, no quedó ni un gramo de ira en sus miradas. El tenso silencio fue llenado por fuertes risas de ambas hermanas, y se fueron acercando para abrazarse.
Después de todo, esto solo era un día más en su tranquila vida.

domingo, 15 de abril de 2018

Cómo te gusta

Siempre. Siempre así.
Camina las mismas cinco cuadras.
Los mismos cinco días. A veces, los mismos fines de semana, aunque era sólo cuando necesitaba unos mangos de más. No es como si le pagaran mucho igual pero, algo es algo.
Los mismos horarios de mierda.
Las mismas quejas incesantes.
Las mismas uñas con el esmalte descascarado, los mismos dedos golpeteando el escritorio de caoba.
Tic, toc.
Tic, toc.
Se escuchan gritos.
Tic, toc.
Tic, toc.
Se escuchan llantos.
Tic, toc.
Tic, toc.
Es todo igual que siempre. Ahora mismo, una empleada (o más bien ex empleada en este momento) está saliendo de la oficina del jefe (¿o jefa?). No importaba, era uno más de esos retorcidos.
Este cuenta como el despido número ciento catorce en el año, y apenas llevan dos meses.
Ella reza a Dios todopoderoso, para que el desviado de su jefe no la eche de la empresa.
Se va a casa y descansa.
Las mismas cinco cuadras, los mismos sonidos irrirantes de sus stiletto Vuitton.
Es otro día.
Todo se repite.
Sólo que hoy, su jefe la llama.
Ella se prepara.
Reza un par de ave marías.
Tira un poco de agua bendita, esperando a que...cambie de orientación.
Abre la puerta y algo se ilumina, como si fuese una señal de Dios.
Un objeto metálico. Perfecto.
Él empieza a hablar.
No lo escucha.
Hace sus ademanes ordinarios.
Ella se asquea.
Se acerca.
Agarra el objeto metálico.
Sonríe.
Lo apuñala.
Y sigue sonriendo.
Agradece a Dios por mostrarle el camino, y alejarla de la desviación.
Encaja el puñal más profundo.
Cómo parece gustarle al puto.
Otra vez, agradece a Dios.

sábado, 14 de abril de 2018

El libro maldito

Estoy en el tren, rumbo a mi nuevo hogar. Un pueblo alejado de la ciudad, en una pequeña pero reconfortante cabaña cerca de un bosque. El tren para, tomo mis maletas y bajo. Las personas son misteriosas, es un ambiente solitario y triste, pero para mí, es el paraíso.
Camino por las calles solitarias mientras el sol ilumina mi rostro.
Después de tanto caminar, por fin llego a mi destino, una cabaña rodeada de una cerca blanca; abro la pequeña puerta de la cerca y atravieso al hermoso jardín para llegar a mi nueva casa. Al entrar, todo está oscuro, prendo la luz, mesas repletas de papeles y libros viejos, polvo por todos lados, ventanas sucias al igual que el suelo.

Caminé por los sucios y oscuros pasillos hasta encontrarme con una vela, la encendí y seguí mi camino con esa débil luz. Encendí cada luz y vela que encontré en mi camino; una vez que todo el lugar quedó iluminado comencé a limpiar y ordenar, luego llevé mis maletas a la habitación de arriba. Dejé mis cosas sobre la cama, y cuando quise salir, me encontré en el suelo, a la salida de mi habitación, un libro encuadernado en azul gastado. Lo tomé y lo abrí, la caligrafía era cursiva y tenía muchos garabatos.
Bajé las escaleras y me senté en un sofá rojo sangre frente a una fogata. Comencé a leer.
- Una mujer, cuyo esposo la abandonó, cuida de sus dos hijas. Un día, ella fue a buscar a su hija menor llamada Lucía - como yo - pero lamentablemente no llegó a buscarla... Un camionero la mató en el camino - igual que a mi madre -. Desde ese día la niña Lucía se sintió culpable por la muerte de su madre, ya que si no la hubiera ido a buscar, no habría muerto.
El fuego comenzó a moverse bruscamente, las ventanas eran golpeadas por el viento, las luces se prendían y apagaban, las hojas del libro comenzaron a moverse por cuenta propia.
Tiré el libro del miedo y en ese momento dejaron de moverse las hojas y quedó abierto en una que decía:
- Muere...
Escuché el aullido de un lobo y salí de la casa, comencé a correr y antes de que me diera cuenta ya estaba en el bosque. Mierda. El lobo me sigue, no paro de correr, hasta que caigo en un pozo. Veo a mi alrededor y hay cadáveres por todos lados, retrocedo y piso un cráneo.
- ¡No quiero morir! - grito con desesperación, con un nudo en la garganta.
Veo sobre mí la sombra de un lobo grande, el libro vuelve a aparecer frente a mí, pero esta vez dice:
- Lucía muere. Fin.

jueves, 12 de abril de 2018

Frente al espejo, mi rostro o el de otro

No encuentro la forma de explicar cómo me siento cada vez que recibo aquellas miradas de desprecio, asco y disgusto. Pero tampoco hay forma de que entiendan la satisfacción que experimento cuando logro apreciar el terror en la cara de mis víctimas.
Frente al espejo, observo mi reflejo: "un adolescente con problemas de autoestima, problemas que olvida cada vez que sale con sus amigos, pero también un chico que sufre del maltrato en la escuela". Algo típico. Normal. Aburrido.
Abro la canilla y con el agua que sale a velocidad limpo mi rostro salpicado de la sangre de una desafortunada persona que pasaba frente a mí en el momento menos indicado. Sonrío.
Ya en la escuela. Abro mi casillero intentando evitar la mirada de los demás. Es molesto ser el centro de atención para la gente que solo busca problemas. No entiendo qué es lo divertido de molestar a aquellos que lo único que quieren es ser ignorados.
El horario escolar está llegando a su fin, por lo que me apuro a llegar a la salida. Antes de lograrlo, dos de mis personas menos favoritas se cruzan en mi camino con el objetivo de arruinar mi vida. Una rutina.
Con un poco de esfuerzo salgo del tacho de basura al que fui lanzado violentamente. Adolorido por todos los golpes recibidos emprendo mi camino a mi casa. Una vez recostado en la comodidad de mi cama, me tomo el placer de dejar de lado mis tareas y llamar a mis amigos para relatarles cómo, supuestamente, yo lancé a un tacho de basura a aquellos que intentaban molestarme.
Mentiras.
Mentiras son las que cuento en mi día a día. Doy vuelta los sucesos para hacer ver que "yo" soy el coentro de lo importante.
Siempre me quedo esperando que se haga tarde para saltar por la ventana junto con aquel objeto filoso que escondo bajo un par de cajas apiladas sin ninguna utilidad.
Corro por las calles desoladas hasta legar al centro de una plaza, cerca de mi escuela, que frecuentan personas ebrias. Allí, me dejo caer sobre un árbol esperando que alguien pase por debajo mío.
Suelo buscar víctimas que se asocien con el tipo de maltrato que protagonicé ese día.
Creo encontrar a la persona adecuada cuando veo a un adolescente caminar adolorido y embarrado de basura, por lo que, con entusiasmo, salto sobre él, y sabiendo que nadie me presta atención, me encargo de apuñalarlo cuantas veces me parezcan necesarias para verlo sufrir.
Veo su rostro, sucio, desfigurado del terror y con una mueca de dolor puro, pero destrás de todo ese sufrimiento me veo a mí, llorando en el baño mientras que con un objeto afilado que tengo escondido bajo cajas sin ningún uso, desgarro mi piel intentando ver en el espejo las muecas de dolor que ocasiona la pérdida de sangre.
Y es ahí, cuando veo el brillo de sus ojos opacarse, que me detengo y lentamente vuelvo a mi casa sonriendo por haber visto el dolor en la cara de otra persona y no en la mía.

viernes, 2 de marzo de 2018

Tal vez hoy

Sonó el despertador por cuarta vez consecutiva.
Un suspiro profundo. Un desaliento. Un parpadeo.
Desde hace ya tres meses despertaba creyendo que sería el día.
"Amor", escuchaba en mi oído. Ella me llamaba, insistía.
Hace tiempo que no dormía a mi lado, pero su presentimiento de que hoy sería "el día" la había llevado a hacerlo.
Sostenía al bebé en sus brazos, tan pequeño, con su mameluco color verde claro y las mejillas coloradas. Parecía un engaño, algo increíble.
Una taza con té con leche se asomaba por la mesita de luz, acompañando al resto de la sucia vajilla abandonada a lo largo de los meses.
Al verlo, nada me generaba, tal vez algo de ternura, pero no el cariño que tendría que tenerle a mi propio hijo.
- ¡Mierda! - dijo sin la intención de insultar. - Mamá está abajo hace diez minutos. Tengo que irme. Hay churros en la cocina. Y otras facturas.
Y eso fue. Un beso y la esperanza de que hoy sería "el día", depositada en mi frente.

jueves, 1 de marzo de 2018

Cuando sea adulto...

Cuando sea adulto, tal vez ni cuenta me dé de que lo soy. Tal vez esté en mis 30, con cinco gatos (humanos o animales) en un silloncito, pensando cómo abonar el alquiler cuando estudié arte sabiendo bien que no pagaba lo suficiente. Por ahí me habría ahorrado esos mangos en alguna carrera que me dejaba en una oficinita, uniformado, atento a las órdenes de un jefe abusador.
En fin, tal vez mi adultez no me note, o yo no la note, pero sé que los años no pasarán en vano.
Porque cuando sea adulta, no lo notaré, pero sí sabré de las marcas que dejó mi adolescencia, y, cuando las comprenda, sabré que soy adulta.

sábado, 18 de noviembre de 2017

Mi vida de película

Sonó el despertador anunciando la hora de despertarse; Susana se levantó y se hizo su té con leche como era habitual de todas las tardes mientras veía en la televisión a Chris Evans. Suspiró ensoñadoramente al ver al amor de su vida mientras colgaba entre el edificio y un helicóptero. Chispitas maulló exigiendo su atención, refunfuñando Susana fue a buscar el mameluco favorito de su gato. Sorprendida quedó cuando vio que la pequeña prenda se había encogido aun más. Chispitas la veía fijamente como si lo hubiese engañado, para que la perdonara le llevó su tazón con leche. Todo esto fue para que se volviera a ver tranquila la película. La casa se llenó de una luz encandilante. Tan pronto como vino se fue. Solo la pantalla quedó iluminada y Chris Evans la estaba mirando fijamente.
Susanta tuvo una urgencia de ir al baño a hacer caca de la emoción; trató de apurarse, no se quería perder este momento. Y no lo hizo, ahí estaba el guapo actor comiendo un delicioso churro bañado en chocolate y le ofreció uno a ella, quien sin un ápice de duda lo aceptó.
Así quedó esa casa, toda oscura salvo la televisón donde se puede apreciar a una señora de mediana edad con un hombre atractivo, ambos enamorados comiendo churros.

viernes, 17 de noviembre de 2017

Ruleta rusa II

Sonó el despertador.
Estiré lentamente mis pies de jubilada, rozando lentamente las frías sábanas blancas.
Esperé hasta que el despertador dejara de sonar y se aplazara cinco minutos más, porque, seamos sinceros, estaba demasiado lejos para mi ánimo matutino.
Pero la alarma no cesaba,  y el poco amor que le tenía a la fría mañana de invierno murió en ese instante.
Fue cuando me harté y tomé lo primero que encontré de debajo de mi cama.
Sentí cómo mis dedos tocaban una tela suave. Mi mameluco para dormir. Lo así fuertemente y con toda mi furia matutina lo arrojé hacia el infierno incesante que no paraba de sonar.
Pero fui engañado, y esa tela tan sedosa y peludita no era lo que yo creía.
Miré mi mano.
Una extraña leche blanquecina supuraba de dos profundos orificios que atravesaban mi palma.
Corrí rápidamente las cortinas de mi habitación para que la luz penetrara un poco en el lúgubre monoambiente de dos por dos.
Sin embargo, me arrepentí inmediatamente al ver lo destrozado que estaba el departamento.
La caca estaba por todas partes.
En la cocina.
Chorreando de mis calzones.
Sobre los churros.
Sobre el gato.
En todos lados menos en el inodoro.
Uff, la fiesta había estado dura.
Cerré las cortinas, no sin antes limpiar un poco mi cuerpo con la tela.
Para ver eso mejor no veía nada.
Antes de que el último rayo de sol se extinguiera tras las oscuras ventanas, me miré al espejo que tenía enfrente mío.
Aprecié cómo ese destello final de luz rebotaba en el vidrio y alumbraba mis ojos rojos.
Esperen...
¿Rojos?

jueves, 16 de noviembre de 2017

Ruleta rusa I

Sonó el despertador. Me desperté en la habitación. No quería despertar a Fabián. Tenía que irme a trabajar, así que con ternura y suavidad toqué su cabello y le di un beso en la frente.
El amor que sentíamos era intenso y no pararía nunca, pero ese día todo iba a cambiar repentinamente y no lo sabía.
- Eu, te quiero, cariño.
Se había despertado. Era tan tierno verlo entredormido en la cama después de hacer el amor. Me terminé de cambiar y salí a la calle. Pasé por una tienda donde vendían mamelucos para bebés y pensé en ese niño que habíamos perdido.
¿Alguna vez tendríamos la posibilidad de formar una familia? Después de mi jornada volví del trabajo y me encontré con una nota de Fabián en la heladera. "Encontrémonos en la plaza de la esquina, tengo algo que mostrarte".
Fui a la plaza y me di cuenta del engaño porque no tenía nada para mostrarme. Solo nos pusimos a hablar y decidimos ir a tomar un café con leche. Después nos dirigimos al departamento, y al prender la luz, me mostró una torta con un estuche pequeño donde yacía un anillo.
- Belén, hemos pasado por mucho juntos y me parece que es tiempo de preguntártelo: ¿quieres casarte conmigo?
Acepté con lágrimas en los ojos de la emoción y, de la nada, empezamos a escuchar un maullido de un gato. Estaba en el marco de la ventana, solitario. Decidimos aceptarlo en nuestro hogar y llamarlo "caca" por un dios egipcio llamado así. Apagamos la luz y nos fuimos a dormir con nuestro nuevo integrante de la familia. Habíamos decidido ir mañana de noche a la playa y comprar churros para celebrar nuestro compromiso. Solo nosotros, bajo la noche estrellada.

domingo, 12 de noviembre de 2017

Circulado III

Había empezado a leer la novela unos días antes. Al empezarla me pareció una historia encantadora, llena de magia. Hoy, la misma novela tiene un aire tétrico en sus palabras, ese entorno fantástico se convirtió en un ambiente macabro, lleno de suspenso. Tal vez era yo; entré a ver distintas opiniones en internet. O tal vez era mi vida y los giros que había tomado en estos últimos días. Donde ya no me sentía yo. Era como un ente aparte que veía mi vida desde una tercera persona.
Veía las mañanas en tercera persona, veía las preguntas en tercera persona, veía las peleas en tercera persona, veía cómo, sin mirarse ya, atados rígidamente a las tareas que los esperaban, se separaron en la puerta de la cabaña, en tercera persona.
Los observaba.
Me acerqué a la cabaña, y ahí yacía, junto con un hacha, la cabeza del hombre en el sillón leyendo una novela.