jueves, 17 de septiembre de 2015

Cajita musical

Era de mañana, lo sabía, el fuerte sol iluminaba mi rostro. Me levanté del manto al que llamaba cama y salí de los cartones a los que les decía casa. Era otro día donde no tenía para comer, otro día en el cual tendría que robar para sobrevivir. Me pregunto qué pensarían mis padres si me vieran así en estos momentos, seguramente estarían decepcionados, ya que su querida niña, la que criaron con tanto cariño, robaba. Pero no servía de nada pensar en estas cosas ya que ellos no podrían verla más. Ellos murieron asesinados por el emperador, ese hombre que algunos alababan pero yo creía que era alguien repugnante.
Mientras, caminaba por el bazar para ver si había alguien lo suficientemente distraído para robar. Nadie, el lugar estaba vacío, no podía tratar de conseguir algo. Mi estómago rugió por el hambre, era lógico, luego de no comer por tres días. Tuve que utilizar mi último recurso, algo que solo usaba en momentos desesperados, el baile. Y comencé a bailar como solía hacerlo cuando mis padres seguían con vida, pues ellos me habían enseñado todo lo que sabía.

*    *    *

La gente se acumulaba alrededor de ella, nunca habían presenciado un baile tan hermoso, era como si un hechizo estuviera sobre ellos. Pero el Imperio estaba en una situación económica difícil, pues el emperador se llevaba todo con los impuestos. La chica no logró conseguir demasiado pero era suficiente para comprar algo para alimentarse.
Mientras caminaba sintió a alguien sujetándole el brazo y le taparon los ojos. Y en ese momento, todo se volvió oscuro.

Cuando recuperó la conciencia, todavía no podía ver nada y sentía cómo sus brazos y piernas estaban atados.
- ¿Conseguiste algo bueno? - escuchó a alguien, posiblemente hombre por su voz grave y rasposa, preguntar.
- No, solo a esta chica, aunque no es muy bonita - habló otra voz.
Ella trató de gritar por ayuda, pero había un detalle del que no se había percatado: estaba amordazada.